El parado exquisito... también lo hay
El Economista desvela hoy que el Inem tan sólo realizó el 2% de las colocaciones efectuadas en 2008. Tal y como lo explica el diario económico, "si un parado aspira a encontrar un nuevo trabajo a través de las oficinas de los Servicios Públicos de Empleo (SPE) tiene que tener en cuenta que la posibilidad de hallarlo por esta vía es sólo del 2%. Éste es el porcentaje de intermediación que tienen los Servicios Públicos de Empleo. Así, en 2008, dos de cada cien demandantes de empleo que se recolocaron en el mercado laboral lo hicieron mediante las gestiones del antiguo Inem".
Estas estadísiticas hay que leerlas con sumo cuidado, pues una interpretación a la ligera podría llevar a conclusiones que se alejan de la realidad, como de hecho le sucede al propio editorial del diario, que incide en que el Inem acusa una "evidente incapacidad operativa. Y, aunque a otro nivel, es un problema que también afecta al sector privado, ya que las agencias privadas de empleo y las empresas de trabajo temporal (ETT) han realizado el 13,9 por ciento de las recolocaciones. El restante 84 por ciento de las recolocaciones las realizaron, por sí mismos, los propios trabajadores".
Si bien es verdad que los Servicios Públicos de Empleo precisan de una reforma lo más urgente posible, no menos cierto que la cifra de recolocaciones no se incrementa porque hay mucho parado exquisito. Esta afirmación podría sonar demasiado arriesgada, pero cualquier que tenga dos dedos de frente convendrá en que son muchísimos los casos en los que el parado prefiere seguir 'chupando del bote' a remangarse y trabajar. ¿Cuántas veces hemos oído la frase "como todavía me queda un año de paro, con calma..."? Demasiadas.
Efectivamente, muchas de las ofertas de empleo que llegan a los parados son indignas, de un salario igual o inferior a lo que está recibiendo de su prestación de desempleo, por lo que parece comprensible que no la acepten. Sin embargo, en otras ocasiones no se produce este hecho y el resultado sigue siendo el mismo. Tengo un caso muy cercano de un amigo periodista que está en paro. Se inscribió y en el plazo de tan sólo dos días recibió la primera oferta del empleo: en una productora que realiza vídeos para empresas farmacéuticas, biotecnología, etc. Tan sólo unas semanas después, recibió la segunda: coordinador editorial de las revistas de un museo.
No es exactamente lo que él estaba buscando, pero nadie podrá negar que, en ambos puestos, éstos guardaban relación con su trabajo y habrían servido para salir del atolladero.
Por eso, cuando veo titulares tan contundentes como éstos, me llevo las manos a la cabeza porque no toda la culpa ha de recaer sobre el Inem... también sobre los hombros de los empresarios y, por qué no, de los desempleados. Y si no, baste con mirar los resultados de la Operación Genil, llevada a cabo en Granada. No nos llamemos a engaño... Geniles, hay muchos. Mire porque seguro que tiene uno al lado.
Estas estadísiticas hay que leerlas con sumo cuidado, pues una interpretación a la ligera podría llevar a conclusiones que se alejan de la realidad, como de hecho le sucede al propio editorial del diario, que incide en que el Inem acusa una "evidente incapacidad operativa. Y, aunque a otro nivel, es un problema que también afecta al sector privado, ya que las agencias privadas de empleo y las empresas de trabajo temporal (ETT) han realizado el 13,9 por ciento de las recolocaciones. El restante 84 por ciento de las recolocaciones las realizaron, por sí mismos, los propios trabajadores".
Si bien es verdad que los Servicios Públicos de Empleo precisan de una reforma lo más urgente posible, no menos cierto que la cifra de recolocaciones no se incrementa porque hay mucho parado exquisito. Esta afirmación podría sonar demasiado arriesgada, pero cualquier que tenga dos dedos de frente convendrá en que son muchísimos los casos en los que el parado prefiere seguir 'chupando del bote' a remangarse y trabajar. ¿Cuántas veces hemos oído la frase "como todavía me queda un año de paro, con calma..."? Demasiadas.
Efectivamente, muchas de las ofertas de empleo que llegan a los parados son indignas, de un salario igual o inferior a lo que está recibiendo de su prestación de desempleo, por lo que parece comprensible que no la acepten. Sin embargo, en otras ocasiones no se produce este hecho y el resultado sigue siendo el mismo. Tengo un caso muy cercano de un amigo periodista que está en paro. Se inscribió y en el plazo de tan sólo dos días recibió la primera oferta del empleo: en una productora que realiza vídeos para empresas farmacéuticas, biotecnología, etc. Tan sólo unas semanas después, recibió la segunda: coordinador editorial de las revistas de un museo.
No es exactamente lo que él estaba buscando, pero nadie podrá negar que, en ambos puestos, éstos guardaban relación con su trabajo y habrían servido para salir del atolladero.
Por eso, cuando veo titulares tan contundentes como éstos, me llevo las manos a la cabeza porque no toda la culpa ha de recaer sobre el Inem... también sobre los hombros de los empresarios y, por qué no, de los desempleados. Y si no, baste con mirar los resultados de la Operación Genil, llevada a cabo en Granada. No nos llamemos a engaño... Geniles, hay muchos. Mire porque seguro que tiene uno al lado.
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