Terrazas de verano, toma 45, ¡acción!

Si uno repasa los periódicos de los últimos años podrá comprobar que hay temas recurrentes por estas fechas -en realidad, durante todo el año, según la estación-. Uno de estos temas son las quejas vecinales por las fiestas y por las terrazas de verano. En una primera lectura todos estaríamos de acuerdo en avalar estas quejas, pero si uno profundiza también hay que tener en consideración algunos atenuantes.

Por ejemplo, caso Chueca. Los vecinos se quejan del ruido de las terrazas de la plaza y llegan a decir que hay quién se ha tenido que ir del barrio porque no aguantaba más. ¿Estamos hablando del mismo barrio en el que hace años ni siquiera la policía se atrevía a entrar? ¿Hablamos del mismo barrio al que el colectivo gay devolvió la vida, rejuveneció el barrio y, por supuesto, lo revalorizó? Porque el tema del valor de las casas no se puede obviar...

De hecho, unos avispados abogados han creado una especie de plataforma -stopruido.com-, a la que en realidad deberían haber llamado negociete.com. Al más puro estilo americano se dedican a resolver pleitos contra ruido y uno de los argumentos que exponen en su, vamos a llamarla 'austera' web, es "El ruido puede afectar seriamente nuestra salud. La contaminación acústica deteriora la calidad de vida, y minusvalora el precio de su casa".

Interesante este punto. Muchos de los vecinos que se quejan, como pudieran ser los de la Plaza del 2 de mayo o la de Barceló, olvidan que cuando alquilaron o compraron su piso, el ruido y las terrazas ya se encontraban allí, por lo que sus quejas pierden peso. A ello se suma que, precisamente porque el ruido era anterior, el precio de la casa era mucho más económico que tres manzanas más allá, pero claro, tiene su contraprestación.

¿A dónde quiero llegar con esta reflexión? A que lo queremos todo. Queremos que la Plaza de Santa Ana no sea un mitin de yonquis, pero cuando las terrazas consiguen echarles, tampoco queremos terrazas. Queremos valor para nuestros barrios, pero el modo en el que se consigue con el modelo existente no termina de gustarnos. Y es un modelo que soportamos todos.

Es como la televisión. Queremos programas de calidad... pero como éstos no dan audiencia y con ello ingresos, la telebasura ha de inundar el resto de la parrilla. Crucemos las dos problemáticas:

¿cuántos de los que están en casa 'sufriendo' las terrazas están consumiendo telebasura? Y, por otro lado, ¿cuántos de los que están en las terrazas no se han quedado en sus casas porque 2para lo que hay que ver en la tele..."?

Perdón por este cruce, pero es que era tan goloso...
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