Más luz sobre Barajas
Algo pasa en Barajas. La oscuridad del aeropuerto va mucho más allá de la causada por el apagón de la T4 de hace unos días. Ahora le ha tocado el turno a Paraguay, cuyo gobierno ha transmitido al embajador de España en Asunción, Miguel Ángel Cortizo, una queja por supuesto maltrato a ciudadanos del país suramericano en el aeropuerto madrileño. Al parecer, son habituales las quejas, hasta el punto de que el texto oficial habla de "la denuncia que los connacionales realizan permanentemente". A principios de año ya saltaron a los medios denuncias por parte de ciudadanos paraguayos, sin que este tipo de hechos pasen desapercibidos a la prensa local de aquel país.
Estas denuncias superan el ámbito del aeropuerto para alcanzar también al Centro de Internamiento para Extranjeros, situado en la avenida de los Poblados, alegando "procedimientos arbitrarios, abuso de autoridad, y maltrato", en contradicción "con el respeto a los Derechos Humanos".
Lo peor es que no es nada nuevo; hace años que las denuncias flotan en el ambiente. Ya son varios los países que han transmitido sus quejas al gobierno español por el trato que reciben los inmigrantes, sobre todo cuando se encuentran en situación irregular. Venezuela, Bolivia o Marruecos son sólo algunos de los países que alimentan la lista de quejas. Recientemente, la brutal agresión policial a un ciudadano senegalés fue grabada y colgada en Internet -vídeo adjunto-, sacándonos los colores.
¿Por qué no se toman medidas? Como siempre, la presunción de inocencia ha de prevalecer ante todo, pero deberían ponerse en marcha las pertinentes investigaciones porque cuando las denuncias se amontonan ante un mismo hecho, la lógica nos lleva a pensar que algo sucede. Y si se demuestra culpabilidad, penas ejemplares.
Las fuerzas de seguridad no pueden abusar de su poder, de su autoridad porque éste le viene dada por los propios ciudadanos. En el caso de las fuerzas de seguridad de Barajas, son la tarjeta de presentación de nuestro país, el mismo que mientras consiente estos supuestos tratos vejatorios mueve internacionalmente la Alianza de las Civilizaciones.
No tiene sentido. Incluso y desde el punto de vista más pragmático, debería resolverse esta situación porque podría llegar a afectar negativamente a la primera industria del país: el turismo. ¿Es esta la imagen que queremos proyectar al exterior?
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