Independentismo visceral

Tras la contundente victoria del ‘sí’ en la consulta soberanista de Arenys de Munt, del pasado domingo, en la que se recontaron 2.658 votos a favor y 61 en contra de la independencia, más de 60 municipios catalanes preparan un ‘macroreferéndum’ independentista. Una cuestión polémica, compleja y que se presta a reflexiones que parten más viscerales que racionales.

La plataforma independentista Decidim.cat es la máxima precursora de la iniciativa con algo más de 1.200 adhesiones y, en un comunicado de ayer, invita a los alcaldes y concejales adheridos a una reunión que se celebrará el próximo 3 de octubre. Hay que hacer, no obstante, alguna pequeña observación a la consulta de Arenys de Munt: el índice de participación fue de un 33%, lo que debería dar que pensar a los Decidim.cat.
Las valoraciones no tardaron en hacerse públicas, haciéndose especial énfasis en las más duras, como las de Esperanza Aguirre: "esos referéndum del 96%, donde se apedrea a los que están en contra, me levantan el estómago y me recuerdan a los países totalitarios". La presidenta de la Comunidad de Madrid hacía referencia al incidente ocurrido durante la jornada consultiva en la que un vehículo, en el que viajaba un grupo de falangistas, recibió el impacto de una piedra, al parecer, lanzada por independentistas.

Además, el alto porcentaje a favor de la independencia (96%) de Arenys contrasta con el 19% de catalanes a favor que ofrecía el pasado mes de julio el último barómetro de opinión de la Generalitat, un porcentaje muy similar desde octubre de 2004. Ahí los datos son contundentes:

  • Un 42% de catalanes, el grupo más grande, se sienten tan españoles como catalanes.
  • Un 17,5% se sienten únicamente catalanes.
  • Un 19% respalda la independencia (un aumento de 6 puntos desde 2005)
  • Un 32% prefiere un Estado dentro de una España federal
  • Un 37% quiere que Cataluña continúe siendo una Comunidad Autónoma
Así las cosas parece que Decidim.cat y sus seguidores aún tienen mucho que hacer, mucho de lo que convencer. A fin de cuentas, una de las primeras consecuencias de la independencia de Cataluña sería que dejaría a ésta fuera de la Unión Europea y tendrían que ganarse el derecho a ello. Las repercusiones económicas serían muy graves desde el punto de vista económico, con una más que posible fuga de multinacionales asentadas en su territorio, el corte del grifo de Fondos Europeos con los que han sufragado grandes obras de infraestructuras, etc.

Se debe ser , pues, muy cauto con dejarse llevar por las vísceras, porque económicamente hablando -y en los tiempos que corren es una de las primeras consideraciones a tener- independencia es sinónimo de debilidad.
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