La ilusión perdida
Es inevitable. El primer post del día hay que dedicárselo al Real Madrid. Nunca escribo de fútbol y, en realidad, tampoco lo haré hoy. El ridículo que hizo ayer el equipo de los galácticos en Alcorcón es la excusa perfecta para hablar de la ilusión, de la pasión. Porque en muchas de las crónicas que he leído esta mañana se pone le énfasis en el lamentable fútbol del Real Madrid, en lo zafio del planteamiento táctico de Pellegrini pero, ¿qué hay del Alcorcón?
El equipo de Segunda B jugó con la ilusión de quienes aman el deporte, de quienes no tienen deportivos de 120.000 euros, ni lujosas casas en la Moraleja, de quienes pierden un partido y se van enfadados a la cama. Algo muy diferente -opuesto, diría yo- al Real Madrid, en donde todos son culpables, por mucho que sea sólo la cabeza de Pellegrini la que vaya a rodar. Con ese equipo de superestrellas, aunque el entrenador fuera la oveja Dolly, tendría que haber arrasado al Alcorcón. Pero el equipo de Santo Domingo no sólo quería ganar al Madrid, sino que se lo creyó.
Y eso mismo es lo que debería hacer nuestra clase política. Todos de los que depende nuestro destino, sin excepción. Tanto los que están en el poder como los que están en la oposición. Da la sensación de que todos se creen galácticos, de que la pasión, la ilusión y sentimiento del deber y compromiso con la ciudadanía se ha esfumado. Da la sensación de que prima más el deseo de alzar la copa -esto es, ganar en las urnas- que de servir al pueblo. Y en este punto, uno se pregunta: ¿no deberíamos los españoles dar un vuelco a la situación y empezar a mirar a los Segunda B de nuestra política? La Primera División hace mucho que dejó de ser una de las mejores 'ligas' del mundo.
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