Carta al Rey Juan Carlos I


Juan Carlos I (obvio los formalismos porque ni "querido", ni "estimado" y muchos menos "muy señor mío"):

le escribo esta carta porque en los últimos días vengo observando a mucho indocumentado que opinia sin tener ni idea de lo que habla y, en su caso particular, creo que si bien conoce los detalles de primera mano, debe de sufrir una terrible amnesia, quizás por la conmoción de la pérdida de su yerno Marichalar.

Hoy, por fin, parece que el Gobierno de España estará a la altura de las circunstancias y hablará personalmente con Aminatou Haidar, la activista saharaui que el país -del que usted es Jefe de Estado- ha secuestrado. La huelga de hambre de Aminatou no sólo es un llamamiento a su propia dignidad, sino también a la de todo el pueblo saharaui al que usted mismo, como Jefe de Estado en funciones, traicionó en 1975.

Si bien la hemeroteca de la época no es del todo creíble -máxime tratándose del ABC-, le adjunto algunos recortes para refrescarle la memoria (pinche para ampliar las imágenes). No le voy a obligar a recordar cómo una semana antes de la firma de los Acuerdos Tripartitos usted mismo declaró en Sáhara que el pueblo español no abandonaría al saharaui -eso, quiero pensar que si es honesto lo hará su propia conciencia-, pero sí quiero que recuerde cómo de estos acuerdos se desprendía que "se dará cuenta a las Naciones Unidas, y la población saharaui será consultada sobre su futuro".

A usted le dio igual. A pesar de que incluso la prensa de la época, sometida a dura censura sobre el tema (sobre todo teniendo en cuenta que Franco, afortunadamente, ya se encontraba en el lecho de muerte), le trasladaba la preocupación del que había sido su pueblo, el saharaui: "No quieren la presencia española, que califican de colonialista, pero teme más una presencia marroquí. Descreen las promesas de Hassan de no tomar represalias, y piensan que en caso de dominio marroquí del Sáhara, se produciría una verdadera masacre del Polisario del pueblo saharaui. Aún recuerda las intervenciones en este sentido en Río de Oro, con el exterminio de tribus de hasta cinco o seis familias".

Espero haber ayudado a solucionar, al menos en parte, su problema de amnesia, señor Borbón. Si el problema fuera, como de hecho sospecho, una cuestión de cobardía, tendremos otra cosa más que reprocharle, siendo compleja solución. Probablemente, si viviera su difunto padre, otro gallo cantaría, como siempre se ha sospechado que sucedió en el 23-F.
Señor Borbón, honre a su puesto y no esconda la cabeza.















Agradeciendo de antemano su atención, quedo a la espera de sus acciones.

PD. Otro día, le cuento mi sueño de cómo les relato a mis hijos que, una vez, hubo una familia en España que vivía de los impuestos de los españoles sólo por su apellido... y mis hijos se reirán incrédulos. Ojalá se cumpla.


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