El PCE a medio gas


Parece una ironía del destino que el 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín haya coincidido con el XVIII congreso del Partido Comunista de España (PCE), en el que José Luis Centella ha sido nombrado nuevo secretario general con el contundente apoyo del 85,29% de los votos.

Al margen de chascarrillos como que hay que "acelerar la jubilación de Juan Carlos de Borbón y buscar una salida laboral a su hijo Felipe", escuchar a Centella es oir a un político sin pasión, apagado, cuya oratoria no engancha a un electorado que necesita dosis de pasión directamente en vena. Es inevitable acordarse de líderes pasados como Dolores Ibárruri  o el propio Santiago Carrillo.

Hablar de comunismo en España no despierta los mismos miedos que en EEUU, más bien sugiere tiempos caducos, demasiado pretéritos para ser recuperado... trasnochado, vaya. Y pensar que Centella será quién lidere la recuperación de la calle por la izquierda, con la autocrítica implacable a la que tiene que someterse el PCE y la pasividad y conformismo del electorado, parece casi una utopía.

Desgraciadamente, la experiencia -como la que tiene Centella- no es suficiente en política. De hecho, muchas veces es lo de menos para ser elegido, para calar en las masas. Y la manifestación convocada en Madrid para el próximo 12 de diciembre contra la crisis económica o la sombra de una huelga general son tan sólo parches.
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