PP: contradicción adormilada
Si el papel del Gobierno no ha estado a la altura en el caso Haidar, tampoco la oposición (PP) ha cubierto los mínimos aceptables. Ha hecho falta llegar al día 16 día de huelga de hambre para hacer declaraciones institucionales como es debido, más allá de los comentarios de pasillo. Es ahora cuando quieren sacar rédito político exigiendo la intervención de Zapatero. Pero su tardanza les invalidad para apuntarse cualquier tanto y, es más, la opinión pública debería penalizarles por ello.
Sin embargo, dan una de cal y otra de arena, recordando épocas medievales en las que cada hijo luchaba con un bando diferente para no dejar en mal lugar al señor feudal. Mientras que la coordinadora de Políticas Sociales del PP y vicepresidenta segunda de la Mesa del Congreso, Ana Pastor, declara en referencia a Aminatou que "hay gente que le echa narices a la vida, es una gran luchadora, es una mujer luchadora y lo que tenemos que hacer todos es ayudarla y sobre todo, ayudar a la defensa de los derechos humanos", el portavoz de Exteriores del PP en el Congreso, Gustavo de Arístegui, indica que aunque "sea un personaje público admirado no puede estar por encima de la ley".
De Arístegui vuelve a hacer gala de su profundo desconocimiento de los temas que aborda al señalar, de cara a los colectivos pro saharauis, que "llevaban sin una bandera posible que agitar desde hace tiempo y les ha venido muy bien". Se equivoca. La bandera saharaui no ha dejado nunca de ondear.
Pero el PP, cuyo programa electoral se muestra a favor de la autodeterminación del pueblo saharaui, también sacrifica los Derechos Humanos en favor de los intereses económicos. Baste recordar el acuerdo firmado bajo mandato de Aznar en 2003, suscrito por el inminente presidente de Caja Madrid, Rodrigo Rato, cuando era ministro de Economía, y el ministro de Economía de Marruecos, Fatalá Ualalú, por valor de casi 400 millones de euros.
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