Haití: solidaridad amnésica


La Red se ha volcado con Haití tras la tragedia del terremoto. Cientos de muestras de apoyo, decenas de iniciativas de recaudación de fondos -¿no sería mejor unificar todos los esfuerzos hacia un sólo frente como la Cruz Roja, por ejemplo?-... todo parece poco para cubrir las enormes necesidades que ha provocado el seísmo.

Sin embargo, desde el calor del hogar -bien es cierto y lo admito-, uno se pregunta cuántos de estos buenos samaritanos saben algo de Haití. Cuántos de ellos se habían preocupado antes por saber qué es la MINUSTAH (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití), puesta en marcha por la ONU hace ya seis años, con algo más de 9.000 soldados -entre militares y policías-. O el resto de la misiones ya finalizadas, como MIPONUH, UNTMIH, UNSMIH o UNMIH.

Me pregunto cuántos saben que en Haití más del 80% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, que la tasa de desempleo supera las dos terceras partes o que el PIB per cápita no llega ni a 750 dólares, el más bajo de todo América Latina que tiene una media superior a los 7.400 dólares. O si alguien recuerda los cuatro ciclones que azotaron la isla en 2008 y cuyos daños se cifraron en 900 millones de dólares, lo que representaba el 14,6% del PIB del país.

Me pregunto todo eso. La solidaridad siempre es bien recibida en casos de necesidad, aunque venga por el cauce de la hipocresía, la lástima o el lavado de conciencia. Pero, ¿no sería bonito que viene por cauces mucho más limpios? ¿O es que olvidamos que los países no son pobres por sí solos, sino que los hacemos así el resto?

Me espera un 2010 duro. Idealista que es uno.
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