La soledad del alcalde
La polémica por la ubicación del cementerio nuclear -dejemos ya de llamarlo "almacén temporal de residuos nucleares" del mismo modo que a un verterdero de basura no lo llamamos "almacén temporal"- ha evidenciado mucho más de lo que se transmite.
El debate está abierto en diversos frentes: por un lado, los posibles riesgos de seguridad y la oposición frontal de los grupos ecologistas; por otro, si es lícito que sólo decida un municipio a pesar de que los riesgos afectan a toda una comarca. Pero, incluso más allá de éste último punto que no ha sido tratado en profundidad -salvo por algunos, como los socialistas madrileños que han hecho una pirueta política para increpar responsabilidad a Aguirre-, aparece también otro hecho: la soledad de los alcaldes en los municipios pequeños.
Ascó y Yebra son dos municipios a los que, hace unos meses, muchos no sabrían ni situar en el mapa -es posible que Ascó sí porque ya contaba con una central-. Son municipios a los que sus cabezas de partido ni siquiera miran, no ya desde los órganos centrales, sino tampoco desde los regionales. Ni siquiera aparecieron en el mes de octubre, cuando ya se perfilaban estas ciudades como candidatas, los Mas, Montillas, Cospedales o Barredas. Ahora sí y, en casos como los del PP con mucha contradicción, como señala Fernando Garea.
Los alcaldes de municipios pequeños están muy solos en su día a día... y más, en crisis. Han de velar por el bien de sus ciudadanos, de sus vecinos y, más allá de que el Gobierno de España haya permitido que la ubicación del cementerio nuclear se convierta en una subasta, buscan la mejor manera de atraer inversión y empleo a sus localidades. Y el resto del año, siempre y cuando éste no sea electoral, poco sabe quiere saber la cabeza de partido.
PD. Y, como crítica añadida al Gobierno de España, vergonzoso, tarde y mal el viaje exprés a Holanda para mostrar un cementerio nuclear ya activo.
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