Los profesores temen a sus alumnos. ¿Quién tiene la culpa?
La pregunta es muy sencilla; lo difícil es la respuesta. Haber llegado a una situación en la que el 50,2% del profesorado tiene miedo de ser agredido por algún alumno y se siente amenazado por el ambiente que existe en los centros escolares es lamentable. Sin embargo, hay que tratar de buscar soluciones atajando el problema de raíz.
Sin ser experto en la materia, diría que todos los caminos conducen a Roma, esto es, a la familia. Si grave es esta violencia en los chavales, muchísimo más grave resulta que un 24% de los profesores haya recibido alguna vez insultos por parte de los familiares de los alumnos. Y si alguna vez han tenido ocasión de ir a un partido de fútbol de niños los fines de semana, de esos de liga municipal, y han oído los insultos de los padres al árbitro y al entrenador, sabrán de qué les hablo. La violencia engendra violencia.
Es un tema para analizar en profundidad, obviamente, pero las medidas que se están tomando no creo que vayan en el camino correcto. Ampliar la consideración de autoridad pública a los profesores de la educación pública y privada o endurecer la Ley del Menor no creo que sean el mejor camino para resolverlo. Son medidas coercitivas que no atajan el problema de raíz, sino las consecuencias -y me atrevería a decir que ni eso.
Algo pasa en las familias y en la educación que dan los padres a sus hijos. Y yo, desde luego, no quiero que el día de mañana mis hijos recuerden su infancia, aunque sea entre risas, como José cuenta la suya en el vídeo.
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