Educación: consenso de futuro
A veces de la sensación de que llegar a un consenso es un reto imposible tanto para PSOE como para PP. Y no me refiero ahora al consenso en materia económica, tan necesario en estos días, sino al de educación. Aparentemente, el ministro Gabilondo se muestra abierto, firme en sus convicciones, pero dialogante y con una actitud abierta al acuerdo. La imagen del PP, en cambio, encarnada en Dolores de Cospedal, es de cerrojazo. Palabras de Cospedal como "ambiguas e insatisfactorias, no siguen un hilo conductor y responden a la intención de blindar el modelo actual" nada parecen tener que ver con las de Gabilondo: "Yo sigo confiando en que sea posible y sigo trabajando para que lo sea".
Evidentemente, habrá quien diga que estoy tomando partido. Así es, pero no es cuestión de ideología, es cuestión de actitud. Mantener la crispación, la oposición por oposición, no tiene sentido. Incluso, aún expresando diferencias, sería mucho más positivo si se impulsase el diálogo y se aplaudiera la iniciativa de intentar enderezar de una vez por todas la educación, que está lastrando desde hace años el mañana de este país.
Quien no se quiera dar cuenta de ello, terminará por, suplicar un consenso político y social aún más amplio -y mucho más complejo- en un futuro a medio plazo, cuando definitivamente España esté a la cola del progreso porque quienes llevan las riendas del país continúan sin saber cuántos centímetros hay en un metro y medio.
Evidentemente, habrá quien diga que estoy tomando partido. Así es, pero no es cuestión de ideología, es cuestión de actitud. Mantener la crispación, la oposición por oposición, no tiene sentido. Incluso, aún expresando diferencias, sería mucho más positivo si se impulsase el diálogo y se aplaudiera la iniciativa de intentar enderezar de una vez por todas la educación, que está lastrando desde hace años el mañana de este país.
Quien no se quiera dar cuenta de ello, terminará por, suplicar un consenso político y social aún más amplio -y mucho más complejo- en un futuro a medio plazo, cuando definitivamente España esté a la cola del progreso porque quienes llevan las riendas del país continúan sin saber cuántos centímetros hay en un metro y medio.
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