Gays: guerra de guerrillas
Ayer un juez de Sabadell hizo historia. Dictó por primera vez una una orden de alejamiento por homofobia contra los agresores de un joven homosexual. Los imputados son dos muchachos de tan solo 16 y 18 años, que insultaron y amenazaron al chico... en 2004.
Hay varias lecturas que se podrían hacer de esta noticia. En primer lugar, el insultante retraso de la Justicia que seguimos sufriendo, puesto que han tenido que pasar seis años para llegar a una sentencia que declara la culpabilidad por una falta de vejación con las agravantes de abuso de superioridad y actuación con móvil homófobo. Continuamos sin destinar, ni de lejos, los suficientes recursos a la Justicia.
En segundo lugar, el análisis que se debe hacer del acoso a homosexuales que todavía existe en nuestra sociedad. Porque el acoso, no sólo es la violencia, son las miradas cruzadas, los codazos de aviso cuando entra en el metro alguien susceptible de ser gay, las sonrisillas o las bromas de 'culos contra la pared'. Todo eso, es acoso. Y, si no su germen, sí buena parte del mantenimiento de esta esclerosis mental la encontramos en el discurso de la Iglesia y de buena parte de la derecha española, empeñados en considerar la homosexualidad un mal, una trastorno.
Hace tan sólo un día que el alcalde de Torrevieja (PP), Pedro Hernández Mateo, llamaba a Miguel Bosé “artistaza” en un pleno del consistorio, mientras quizás, algunos de la oposición pensaban "quién fue a hablar, el 'cromagnon' éste". La OMS dejó de considerarla tal en 1990. Otra vergüenza, por supuesto, pero al menos ya se ganó esta batalla.
Por último y espero equivocarme, el tratamiento que se da en los medios a la noticia. Ojalá las tertulias que están por venir, quizás, un artículo de opinión escrito por algún heterosexual -¿se imaginan uno de Ussía? yo no- otorguen la importancia que merece la noticia, le den un empujón a una batalla que ni de lejos está ganada a estas alturas de la película, una guerra de guerrillas en el sentido más estricto de la palabra.
Hay varias lecturas que se podrían hacer de esta noticia. En primer lugar, el insultante retraso de la Justicia que seguimos sufriendo, puesto que han tenido que pasar seis años para llegar a una sentencia que declara la culpabilidad por una falta de vejación con las agravantes de abuso de superioridad y actuación con móvil homófobo. Continuamos sin destinar, ni de lejos, los suficientes recursos a la Justicia.
En segundo lugar, el análisis que se debe hacer del acoso a homosexuales que todavía existe en nuestra sociedad. Porque el acoso, no sólo es la violencia, son las miradas cruzadas, los codazos de aviso cuando entra en el metro alguien susceptible de ser gay, las sonrisillas o las bromas de 'culos contra la pared'. Todo eso, es acoso. Y, si no su germen, sí buena parte del mantenimiento de esta esclerosis mental la encontramos en el discurso de la Iglesia y de buena parte de la derecha española, empeñados en considerar la homosexualidad un mal, una trastorno.
Hace tan sólo un día que el alcalde de Torrevieja (PP), Pedro Hernández Mateo, llamaba a Miguel Bosé “artistaza” en un pleno del consistorio, mientras quizás, algunos de la oposición pensaban "quién fue a hablar, el 'cromagnon' éste". La OMS dejó de considerarla tal en 1990. Otra vergüenza, por supuesto, pero al menos ya se ganó esta batalla.
Por último y espero equivocarme, el tratamiento que se da en los medios a la noticia. Ojalá las tertulias que están por venir, quizás, un artículo de opinión escrito por algún heterosexual -¿se imaginan uno de Ussía? yo no- otorguen la importancia que merece la noticia, le den un empujón a una batalla que ni de lejos está ganada a estas alturas de la película, una guerra de guerrillas en el sentido más estricto de la palabra.
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