La crisis de la prensa
Llevo mucho tiempo hablando con mis colegas sobre la crisis del periodismo. En realidad y utilizando el término que tanto se escucha ahora referido a las más variopintas cuestiones, nuestra profesión está en medio de la tormenta perfecta. Ha conseguido hacer converger tres crisis en una, a saber: la de crisis económica, la del modelo empresarial y la del oficio.
Respecto a la primera, ni siquiera voy a profundizar, porque es de sobra conocida. En cuanto al modelo empresarial, la llegada de Internet y la democratización de la información ha producido una esclorosis en el modelo tradicional de la prensa que ha terminado por ser víctima de su propia quintaesencia. Demasiados grupos mediáticos ligados a corrientes políticas y una dependencia publicitaria excesiva hace que la agenda informativa cada vez sea más pobre. A ello se suma el hecho de querer abaratar costes contratando becarios con responsabilidades de veteranos y, por ello, informaciones que cada vez destilan menos credibilidad.
Por si ello no fuera poco, todos los medios han perdido el tren de Internet y no sólo no se han sabido adaptar sino que, además, tiran piedras sobre su propio tejado, considerando reporteros a los 'twitteros'. Craso error, porque si bien pueden llegar a proporcionar mucha información, su credibilidad debería quedar aún más en entre dicho que la de un periódico, pero parece ser que no es así. Y ese punto da muchísimo qué pensar. Todos los periodistas y, sobre todo, todas las empresas mediáticas, deberíamos reflexionar sobre ello.
En cuanto a la crisis del oficio, hace tan sólo unos días que en el AVE de Barcelona debatía con un viejo colega. Me contaba cómo los nuevos fichajes de los periódicos hablan de "regresar a la oficina" en lugar de a la "redacción" o cómo a las 18:00 se les cae el bolígrafo. Esta profesión, que tiene mucho más de oficio, es ingrata, muy ingrata, pero si la vives, compensa todo. Ha de ser vocacional. No contar con horarios fijos, sacrificar vacaciones, padecer uno de los mayores índices de divorcios, de alcoholismo... incluso, luchar una y otra vez contra el empresario que no ve más allá del beneficio político o comercial de una información. Todo.
Y esa, quizás, es la peor crisis de todas, porque es un tumor que nos va a costar mucho extirpar.
Respecto a la primera, ni siquiera voy a profundizar, porque es de sobra conocida. En cuanto al modelo empresarial, la llegada de Internet y la democratización de la información ha producido una esclorosis en el modelo tradicional de la prensa que ha terminado por ser víctima de su propia quintaesencia. Demasiados grupos mediáticos ligados a corrientes políticas y una dependencia publicitaria excesiva hace que la agenda informativa cada vez sea más pobre. A ello se suma el hecho de querer abaratar costes contratando becarios con responsabilidades de veteranos y, por ello, informaciones que cada vez destilan menos credibilidad.
Por si ello no fuera poco, todos los medios han perdido el tren de Internet y no sólo no se han sabido adaptar sino que, además, tiran piedras sobre su propio tejado, considerando reporteros a los 'twitteros'. Craso error, porque si bien pueden llegar a proporcionar mucha información, su credibilidad debería quedar aún más en entre dicho que la de un periódico, pero parece ser que no es así. Y ese punto da muchísimo qué pensar. Todos los periodistas y, sobre todo, todas las empresas mediáticas, deberíamos reflexionar sobre ello.
En cuanto a la crisis del oficio, hace tan sólo unos días que en el AVE de Barcelona debatía con un viejo colega. Me contaba cómo los nuevos fichajes de los periódicos hablan de "regresar a la oficina" en lugar de a la "redacción" o cómo a las 18:00 se les cae el bolígrafo. Esta profesión, que tiene mucho más de oficio, es ingrata, muy ingrata, pero si la vives, compensa todo. Ha de ser vocacional. No contar con horarios fijos, sacrificar vacaciones, padecer uno de los mayores índices de divorcios, de alcoholismo... incluso, luchar una y otra vez contra el empresario que no ve más allá del beneficio político o comercial de una información. Todo.
Y esa, quizás, es la peor crisis de todas, porque es un tumor que nos va a costar mucho extirpar.
Sin comentarios