Las balas de fogueo de Rajoy
"Que demuestre su inocencia, si puede". Esa es la mejor valoración de Jaume Matas que sale por boca de Mariano Rajoy, fiel a su estrategia del avestruz cuando los problemas acechan. Personalmente, me sorprende esta actitud para alguien que, con su venerado Aznar, tuvo que hacer todo lo contrario, liderando una campaña electoral o sacando las castañas del fuego avivado por el petróleo del Prestige. A veces pienso que Rajoy disparó entonces todas sus balas y sólo le quedan las de fogueo, puesto que el último año ha tenido más tiempo la cabeza en el agujero que fuera.
El País dedica hoy un duro editorial al respecto, sugiriendo una posible financiación ilegal del PP e indicando que la "dificultad del PP para lidiar con la corrupción es especialmente preocupante", alarmando sobre el modo en que el partido esconde "la basura bajo la alfombra" en lugar de predicar con el ejemplo dado que se trata de "un partido que aspira a volver a gobernar".
Echando un vistazo a la prensa local, la columna de Llorenç Riera también resulta bastante esclarecedora, apuntando que "la divinidad, política, eso sí, de Jaume Matas se estrella sobre el PP. El impacto permanecerá mientras el partido no haga acto de contrición y renuncia expresa del lastre y legado que le deja su ex president plenipotenciario o muestre gestos de humildad ante la ciudadanía. Sólo en este punto podrá comenzar una regeneración que debe significar mucho más que un cambio de caras y cromos".
Los hechos son los hechos, independientemente del argumento esgrimido por los seguidores del PP a la hora de hablar de "persecución judicial" al partido. No deberían, pues, mezclar temas obviando la autocrítica y la crítica a un Matas corrupto; así sus acusaciones de supuesta persecución no sonarían tanto a pataleta. Pero todos andan perdidos, sin dirección... sin Rajoy. Si el presidente popular fuera realmente su líder, marcaría una dirección y sus compañeros de partido le seguirían. Esa es la diferencia: seguir u obedecer. Y en el PP, últimamente, ni una ni otra.
Sólo el electorado del PP, convertido en hincha político 'manque pierda', y la inoperancia de una Administración Zapatero con más desméritos que virtudes en los últimos tiempos, sostiene a una oposición que, con todo, prepara las maletas para instalarse en La Moncloa en 2012.
El País dedica hoy un duro editorial al respecto, sugiriendo una posible financiación ilegal del PP e indicando que la "dificultad del PP para lidiar con la corrupción es especialmente preocupante", alarmando sobre el modo en que el partido esconde "la basura bajo la alfombra" en lugar de predicar con el ejemplo dado que se trata de "un partido que aspira a volver a gobernar".
Echando un vistazo a la prensa local, la columna de Llorenç Riera también resulta bastante esclarecedora, apuntando que "la divinidad, política, eso sí, de Jaume Matas se estrella sobre el PP. El impacto permanecerá mientras el partido no haga acto de contrición y renuncia expresa del lastre y legado que le deja su ex president plenipotenciario o muestre gestos de humildad ante la ciudadanía. Sólo en este punto podrá comenzar una regeneración que debe significar mucho más que un cambio de caras y cromos".
Los hechos son los hechos, independientemente del argumento esgrimido por los seguidores del PP a la hora de hablar de "persecución judicial" al partido. No deberían, pues, mezclar temas obviando la autocrítica y la crítica a un Matas corrupto; así sus acusaciones de supuesta persecución no sonarían tanto a pataleta. Pero todos andan perdidos, sin dirección... sin Rajoy. Si el presidente popular fuera realmente su líder, marcaría una dirección y sus compañeros de partido le seguirían. Esa es la diferencia: seguir u obedecer. Y en el PP, últimamente, ni una ni otra.
Sólo el electorado del PP, convertido en hincha político 'manque pierda', y la inoperancia de una Administración Zapatero con más desméritos que virtudes en los últimos tiempos, sostiene a una oposición que, con todo, prepara las maletas para instalarse en La Moncloa en 2012.
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