Adiós al periodista estrella

La verdad es que venía directo a escribir un post sobre la Iglesia católica, sobre los curas degenerados y los Papa que tiran la piedra y esconden la mano, sobre "sus recuerdos al antisemitismo", sobre cómo en lugar de poner la otra mejilla, como dicta sus Sagradas Escrituras, esta Iglesia se revuelve y habla de "ataque violento contra el Papa". Pero después de leer el post en Público de mi amigo Antonio Pampliega (foto de abajo), he cambiado de opinión. Tras su lectura, encuentro al menos dos mil motivos que se merecen más un post que la secta religiosa en que se ha convertido el catolicismo seguido a pies juntillas.

Y es que el post de Antonio supone todo un ejercicio de humildad, de dar al César lo que es del César. Como buen corresponsal de guerra que es -ahora en Kabul-, Antonio se debe a su 'fixer', esto es, el guía local que le ayuda en su día a día, que le conduce al sitio adecuado en el momento adecuado para poder contarnos después las historias de la guerra y, sobre todo, las intrahistorias de la guerra.

La entrada de hoy de Antonio es un homenaje a Mohammad Salem Wahdat (arriba en la foto), su 'fixer', y al resto de los que como él se juegan el tipo para que la prensa pueda contar al resto del mundo la realidad de una guerra. Como apunta Antonio, son personajes que pasan inadvertidos porque "la vida de los locales no vale nada comparada con la de un occidental". Y, tristemente, tiene razón, del mismo modo que la máxima de que "los muertos kilométricos no cuentan", en referencia a que, a medida que una catástrofe es más lejana, el impacto de la noticia de un fallecimiento es menor.

Y todos nos hemos encargado de ello, poco a poco. Pero también la prensa, porque el corresponsal de guerra estrella es un mal para esta profesión y los hay, y muchos. Antonio, afortunadamente, no es de esos, pero cualquiera que esté metido mínimamente en la profesión ve excesivos afanes de protagonismo en periodistas como Jon Sistiaga, por ejemplo. "Está feo criticar a los colegas", me decía hace poco un compañero. Pues a mi, cuando lo hago con fundamentos, me da igual que "esté feo", porque "más feo" está aún si cabe que quien cuenta la historia quiera estar por encima de ella y de sus verdaderos protagonistas. Y a Sistiaga le sucede exactamente eso.

La máxima aspiración de un buen periodista debería ser que el mundo recordara las historias que contó, no su nombre y apellidos, que la realidad que transmitió un día hubiera calado en el colectivo.

Gracias, Antonio, por ponernos los pies en la tierra a algunos, por descubrir a muchos otros la figura del 'fixer' y su valor y por haber conseguido desenmascarar, inocentemente y de manera indirecta, a quienes se creen estrellas de una guerra y se ciegan por su propio centelleo en lugar de centrarse en los auténticos héroes.
Gracias.
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3 comentarios

  1. Sólo darte las gracias por dedicarme esta entrada! De verdad, muchas gracias!

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  2. Gracias a ti. Sencillamente, me encantó.
    Un abrazo y cuídate mucho por esas tierras. ¡Te sigo de cerca, amigo!

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  3. gracia amigo por escribir sobre mi y mis trabajos con periodista es pero que todo muybein en espana

    salem wahdat des de Afghanistan

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