El ex-saharaui en el tablero de ajedrez
Ignacio Cembrero firmaba ayer en El País la semblanza de un traidor: Ahmed Ould Souilem. Habrá muchos que sólo le conozcan a partir de ahora por ser el nuevo embajador de Marruecos en España, pero quienes llevamos tiempo vinculados a la lucha por la causa saharaui le recordamos como uno de los fundadores del Frente Polisario. De hecho, fue uno de los más independentistas y aún cuando el Sáhara Occidental era colonia española y su padre alcalde de Dajla -Villa Cisneros- Souilem reclamaba la independencia de España.
Ahora las cosas han cambiado y el ex-saharaui -ya nunca más será saharaui- ha preferido ser una ficha más en el tablero de ajedrez de Mohamed VI, que en un acto de auténtica provocación, le ha nombrado embajador en una de las plazas más importantes para Marruecos, junto a las de París y Washington.
El traidor justifica su conducta alegando que "poco a poco el Polisario que conocí dejó de existir para convertirse en un movimiento que sólo sirve para legitimar las pretensiones hegemónicas de Argelia en la región". Según él, el Polisario ha cambiado pero, ¿saben lo que no ha cambiado? Que Marruecos torture y asesine a saharauis en sus cárceles, que Marruecos arrasara con el pueblo saharaui y lo bombardeara con fósforo blanco, que Marruecos expolie los recursos naturales del Sáhara Occidental como sus minerales, su pesca, su sol... El mismo Marruecos que representa ahora el ex-saharaui Souilem.
Y Moratinos, al que todo el que me haya leído sabe que no guardo el más mínimo aprecio por considerarle cobarde y mentiroso, ha vuelto a demostrar otra vez su poca valía. El nombramiento del nuevo embajador del dictador Mohamed VI no le agradó porque, a su modo de ver, supeditaba la relación hispano-marroquí al conflicto del Sáhara Occidental. Es que, ministro Moratinos, si tuviéramos la décima parte del talante, la honestidad y la humanidad de que hace gala nuestro presidente cuando toca lucirse en el exterior, romperíamos relaciones con Marruecos. Es que, ministro Moratinos, el conflicto del Sáhara Occidental debería ser el eje mismo de la relación hispano-marroquí, el condicionante para que ésta se produzca. De otro modo, España se hace cómplice de un dictador asesino y torturador.
Estamos vendiendo el alma al demonio, Moratinos, y tú hoy por hoy eres quien suscribe el contrato. Allá tú y tu conciencia.
Ahora las cosas han cambiado y el ex-saharaui -ya nunca más será saharaui- ha preferido ser una ficha más en el tablero de ajedrez de Mohamed VI, que en un acto de auténtica provocación, le ha nombrado embajador en una de las plazas más importantes para Marruecos, junto a las de París y Washington.
El traidor justifica su conducta alegando que "poco a poco el Polisario que conocí dejó de existir para convertirse en un movimiento que sólo sirve para legitimar las pretensiones hegemónicas de Argelia en la región". Según él, el Polisario ha cambiado pero, ¿saben lo que no ha cambiado? Que Marruecos torture y asesine a saharauis en sus cárceles, que Marruecos arrasara con el pueblo saharaui y lo bombardeara con fósforo blanco, que Marruecos expolie los recursos naturales del Sáhara Occidental como sus minerales, su pesca, su sol... El mismo Marruecos que representa ahora el ex-saharaui Souilem.
Y Moratinos, al que todo el que me haya leído sabe que no guardo el más mínimo aprecio por considerarle cobarde y mentiroso, ha vuelto a demostrar otra vez su poca valía. El nombramiento del nuevo embajador del dictador Mohamed VI no le agradó porque, a su modo de ver, supeditaba la relación hispano-marroquí al conflicto del Sáhara Occidental. Es que, ministro Moratinos, si tuviéramos la décima parte del talante, la honestidad y la humanidad de que hace gala nuestro presidente cuando toca lucirse en el exterior, romperíamos relaciones con Marruecos. Es que, ministro Moratinos, el conflicto del Sáhara Occidental debería ser el eje mismo de la relación hispano-marroquí, el condicionante para que ésta se produzca. De otro modo, España se hace cómplice de un dictador asesino y torturador.
Estamos vendiendo el alma al demonio, Moratinos, y tú hoy por hoy eres quien suscribe el contrato. Allá tú y tu conciencia.
Sin comentarios