Nace el Gil catalán

Aún estoy intentando saber qué es más surrealista, si que Fraga cuente chistes en la tele o que Laporta ya haya creado su propio partido político: Democràcia Catalana. Recuerda, en cierto modo, al malogrado Jesús Gil cuando creó el GIL y se hizo con la mayoría absoluta en las elecciones municipales de Marbella -once años estaría al frente del consistorio.

Pasaría el tiempo y su punto de mira se pondría en Ceuta y Melilla, alarmando al resto de los partidos políticos. De hecho, siempre ha estado flotando en el ambiente la leyenda urbana de que el temor ante un ascenso populista del que fuera presidente del Atlético de Madrid -que poco a poco se asentaba, además, en los puntos fuertes de entrada de contrabando y drogas del sur- fue lo que estuvo en realidad del acoso y derribo judicial de Gil. Quién sabe.

El caso es que la ambición política de Laporta no tiene freno -ni medida- y está convencido de poder arrañar algún escaño; imagino que el que le brinde la influencia que ya no tiene como presidente del Barça, la visibilidad y, por qué no, ese rico dinerito y beneficios de privilegio que tienen los políticos. Porque, y aquí pido ayuda a mis colegas catalanes, ¿realmente alguien se cree que Laporta tiene vocación de servicio público?

Desde luego, alguno de sus rivales -en la parte baja de la tabla, siguiendo el símil futbolístico- parecen tenerle calado. El portavoz de Ciutadans de Catalunya, Jordi Cañas, dijo de él que "Laporta es fascista, tabernario y bravucón, como Jesús Gil". Veremos.