El kamikaze Tomás Gómez
El PSOE madrileño (PSM) apesta. Permítanme esta contundencia, pero es un hecho. El PSM camina sin rumbo, tanto en su vertiente regional, donde Tomás Gómez parece a veces olvidar que una Comunidad como Madrid es mucho más compleja que una localidad como Parla; como en su vertiente local, donde David Lucas continúa inmerso en el más absoluto de los anonimatos para la inmensa mayoría de los madrileños.
Y en mitad de todo eso, las guerrillas internas, visibles para todos, enfrentando a Gómez con un peso pesado en el partido: José Blanco. Si tuviéramos que hacer un símil, diríamos que el ex-alcalde de Parla es ahora mismo un kamikaze por la autopista que se va a estampar contra una apisonadora. Y no hace falta que les diga quién es la apisonadora. Y eso se nota, se percibe en el modo en que se buscan medidas desesperadas, como recurrir de nuevo a la `parcheadora' Trinidad Jiménez o abrazarse a recursos temerarios como mover del lego a la ministra Corredor, fulminando el ministerio de Vivienda.
Así las cosas, para el fastidio -incluso, desesperación-de unos y la satisfacción de otros, los madrileños tendremos Esperanza Aguirre para rato. Tanto, que hoy por hoy no serían necesarias ni unas elecciones. Su mayoría sería tan aplastante que Gómez, subido de tono desde que fuera el alcalde más votado de España, tendría que replegar sus alas y esconder la cabeza bajo tierra. Aunque entonces y dado su punto gallito, seguramente recurriría a justificaciones de "falta de apoyo de mi propio partido". Quizás no llegue ese día, quizás le corten las alas antes y entienda, entonces, que la política es algo mucho más complejo, algo que empieza por ser líder -no jefe- en tu propio partido, algo de lo que él está muy lejos de ser.
Y en mitad de todo eso, las guerrillas internas, visibles para todos, enfrentando a Gómez con un peso pesado en el partido: José Blanco. Si tuviéramos que hacer un símil, diríamos que el ex-alcalde de Parla es ahora mismo un kamikaze por la autopista que se va a estampar contra una apisonadora. Y no hace falta que les diga quién es la apisonadora. Y eso se nota, se percibe en el modo en que se buscan medidas desesperadas, como recurrir de nuevo a la `parcheadora' Trinidad Jiménez o abrazarse a recursos temerarios como mover del lego a la ministra Corredor, fulminando el ministerio de Vivienda.
Así las cosas, para el fastidio -incluso, desesperación-de unos y la satisfacción de otros, los madrileños tendremos Esperanza Aguirre para rato. Tanto, que hoy por hoy no serían necesarias ni unas elecciones. Su mayoría sería tan aplastante que Gómez, subido de tono desde que fuera el alcalde más votado de España, tendría que replegar sus alas y esconder la cabeza bajo tierra. Aunque entonces y dado su punto gallito, seguramente recurriría a justificaciones de "falta de apoyo de mi propio partido". Quizás no llegue ese día, quizás le corten las alas antes y entienda, entonces, que la política es algo mucho más complejo, algo que empieza por ser líder -no jefe- en tu propio partido, algo de lo que él está muy lejos de ser.
Sin comentarios