El PP desprecia la democracia
El PP nos tiene acostumbrados a vaivenes sinrazón en su política de oposición respecto a la que ejercía en tiempos pretéritos de su casi beatificado Aznar. Ya era bastante usual que se opusieran a la aprobación de todas las leyes de corte progresista para, después, hacer uso de ellas como el que más. Es, por ejemplo, lo que sucedió con la ley de divorcio, a la que algunos insignes del PP, como Álvarez Cascos, se han abonado.
Sea como fuere ahora sucede lo mismo con la ley del aborto. El PP ejerce una oposición frontal contra el aborto, algo muy lejos de sus actuaciones durante las legislaturas de Aznar, cuando se rondó la cifra de 600.000 interrupciones del embarazo. Lo peor de todo es que su propio electorado no se lleve las manos a la cabeza, pero cuando uno ve los SMS de apoyo a El Gato al Agua (Intereconomía) ante las acusaciones de homofobia y a Jiménez Losantos -el mismo que ayer en ese programa decía que "la mayoría de los homosexuales en España son católicos"-, uno cree que, como en la religión, hay un pastor y mucho, pero que mucho rebaño.
El caso es que, llegados a este punto, algunas Comunidades Autónomas como Navarra y Murcia, se han subido al carro de la insumisión a la hora de cumplir con la ley que entró en vigor ayer. No han querido esperar a que se resuelva el recursos de anticonstitucionalidad que el PP emprendió. ¿Qué debería hacerse? Sencillo. Con que haya un sólo caso de una muchacha que no haya podido abortar por esta insumisión, se destituye fulminantemente al presidente de la Comunidad, con imposibilidad para ejercer cualquier cargo público de por vida. Y, por supuesto, adiós a las pensiones vitalicias y beneficios injustificables como esos. Verán como las convicciones morales se esfuman de golpe cuando está en juego el poder y el dinero.
Negarse a cumplir la ley cuando está aprobaba por mayoría en las Cámaras es ilegal, además de un absoluto desprecio por lo más esencial de la democracia, y un cargo público como un presidente autonómico, no puede hacer eso. Objetan los médicos, con las Administraciones. Habrá de esperar al recurso en Tribunal Constitucional y, si está impaciente, que tome tila o sea honesto y dimita. Tan sencillo como eso.
Sea como fuere ahora sucede lo mismo con la ley del aborto. El PP ejerce una oposición frontal contra el aborto, algo muy lejos de sus actuaciones durante las legislaturas de Aznar, cuando se rondó la cifra de 600.000 interrupciones del embarazo. Lo peor de todo es que su propio electorado no se lleve las manos a la cabeza, pero cuando uno ve los SMS de apoyo a El Gato al Agua (Intereconomía) ante las acusaciones de homofobia y a Jiménez Losantos -el mismo que ayer en ese programa decía que "la mayoría de los homosexuales en España son católicos"-, uno cree que, como en la religión, hay un pastor y mucho, pero que mucho rebaño.
El caso es que, llegados a este punto, algunas Comunidades Autónomas como Navarra y Murcia, se han subido al carro de la insumisión a la hora de cumplir con la ley que entró en vigor ayer. No han querido esperar a que se resuelva el recursos de anticonstitucionalidad que el PP emprendió. ¿Qué debería hacerse? Sencillo. Con que haya un sólo caso de una muchacha que no haya podido abortar por esta insumisión, se destituye fulminantemente al presidente de la Comunidad, con imposibilidad para ejercer cualquier cargo público de por vida. Y, por supuesto, adiós a las pensiones vitalicias y beneficios injustificables como esos. Verán como las convicciones morales se esfuman de golpe cuando está en juego el poder y el dinero.
Negarse a cumplir la ley cuando está aprobaba por mayoría en las Cámaras es ilegal, además de un absoluto desprecio por lo más esencial de la democracia, y un cargo público como un presidente autonómico, no puede hacer eso. Objetan los médicos, con las Administraciones. Habrá de esperar al recurso en Tribunal Constitucional y, si está impaciente, que tome tila o sea honesto y dimita. Tan sencillo como eso.
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