La falta de innovación que nos salvó
A estas horas de la mañana, diría que la noticia económica del día es el triste récord de la morosidad bancaria que nos acaba de ofrecer el Banco de España, revelando que en mayo se elevó al 5,394 %, lo que supone la cota más alta desde junio de 1995. Si el porcentaje de la morosidad de los créditos concedidos por los bancos, cajas y cooperativas que operan en España, tanto a empresas como a particulares, no les dice nada, les ayudaré: los créditos dudosos concedidos rozan los 95.300 millones de euros -sólo de abril a mayo, aumentó en 476 millones-. ¿Y qué significa que un crédito es dudoso? Sencillo; cuando se acumulan tres meses consecutivos de impago.
La peor parte se la llevan las cajas, en pleno proceso de 'bancarización', y mientras los bancos tienen una tasa del 5,421%, ellas arrastran un 5,511%. Y este panorama a pesar de no haber emprendido innovaciones de modelos como, por ejemplo, la banca británica. ¿Sabían ustedes que en Reino Unido, desde 2002, muchos bancos ofrecían productos financieros especialmente adaptados a los clientes islámicos? Así es, porque en esto de prestar dinero, también se entremezcla la religión.
Entidades como Lloyds o HSBC lanzaron créditos de acuerdo a la Sharia, que prohíbe explícitamente el cobro de intereses cuando se concede un préstamo. Como lo oyen; ¿a que le han dado ganas de ser un converso? El sacrificio debía compensar a los bancos para hacerse con la gestión de algunas de las fortunas islámicas que se concentran en las islas británicas, pero ya no. Llegó el tío Paco con las rebajas y los bancos ya han anunciado que se cancelan esos productos.
¿Se imaginan qué panorama tendríamos ahora en España si nuestra banca, además de perder la cabeza por el ladrillo, también lo hubiera hecho con este tipo de créditos? Por una vez, sin que sirva de precedentes, carecer de innovación nos ha ayudado... al menos, a no empeorar aún más.
La peor parte se la llevan las cajas, en pleno proceso de 'bancarización', y mientras los bancos tienen una tasa del 5,421%, ellas arrastran un 5,511%. Y este panorama a pesar de no haber emprendido innovaciones de modelos como, por ejemplo, la banca británica. ¿Sabían ustedes que en Reino Unido, desde 2002, muchos bancos ofrecían productos financieros especialmente adaptados a los clientes islámicos? Así es, porque en esto de prestar dinero, también se entremezcla la religión.
Entidades como Lloyds o HSBC lanzaron créditos de acuerdo a la Sharia, que prohíbe explícitamente el cobro de intereses cuando se concede un préstamo. Como lo oyen; ¿a que le han dado ganas de ser un converso? El sacrificio debía compensar a los bancos para hacerse con la gestión de algunas de las fortunas islámicas que se concentran en las islas británicas, pero ya no. Llegó el tío Paco con las rebajas y los bancos ya han anunciado que se cancelan esos productos.
¿Se imaginan qué panorama tendríamos ahora en España si nuestra banca, además de perder la cabeza por el ladrillo, también lo hubiera hecho con este tipo de créditos? Por una vez, sin que sirva de precedentes, carecer de innovación nos ha ayudado... al menos, a no empeorar aún más.
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