Los controladores no son clase trabajadora
En plena crisis económica, las tensiones se acrecientan, los ánimos se calientan mucho más entre la clase trabajadora, los empresarios y los poderes políticos. Lo hemos podido comprobar con dos hechos concretos: la huelga de metro en Madrid y la supuesta huelga encubierta de controladores aéreos. En ambos casos, quienes realizan la huelga han hecho uso de su derecho de huelga -los primeros como es debido, los segundos de un modo ruín, traidor- para protestar por sus respectivas situaciones. En ambos casos también, hemos visto como los poderes políticos que tenían que mediar se extralimitaban en las negociaciones, dificultando el entendimiento entre las partes.
La diferencia en estos hechos es que los empleados del metro sí son parte de la clase trabajadora; los controladores, en cambio, no aunque trabajen -poco, pero trabajan-. Un empleado público que gane de media 200.000 euros al mes jamás será clase trabajadora, que nadie se equivoque. Y esa es una diferencia crucial y que, quizás, requiera medidas excepcionales, más aún cuando supuestamente están cometiendo una gravísima ilegalidad.
Con esto no avalo la medida de incorporar controladores militares, pero sí, una vez detectados los casos de bajas irregulares, hacer una limpieza, reordenar el gremio de controladores. Poner orden, vaya. Y quizás, aquí, la crisis juegue a nuestro favor, porque el 70% de los españoles quiere ser funcionario, porque a buen seguro que muchos quisieran ser controladores, si bien su sueldo dejaría de ser tan elevado, tan desorbitado.
Lógicamente y por las condiciones del trabajo, habrá de tener muy en cuenta horarios y remuneración, pero no perder el norte así. Hacer una limpieza e incorporar progresivamente nuevos controladores con estas condiciones firmadas podría cambiar mucho las cosas. Y, lógicamente, quien haya cometido una ilegalidad abusando de su condición de controlador y funcionario y, además, causando molestias y poniendo en peligro a los pasajeros, a la calle. Veremos cómo se adaptan a su nuevo tren de vida con 900 euros de paro en el mejor de los casos. Veremos.
Será entonces cuando les demos la bienvenida a la clase trabajadora.
La diferencia en estos hechos es que los empleados del metro sí son parte de la clase trabajadora; los controladores, en cambio, no aunque trabajen -poco, pero trabajan-. Un empleado público que gane de media 200.000 euros al mes jamás será clase trabajadora, que nadie se equivoque. Y esa es una diferencia crucial y que, quizás, requiera medidas excepcionales, más aún cuando supuestamente están cometiendo una gravísima ilegalidad.
Con esto no avalo la medida de incorporar controladores militares, pero sí, una vez detectados los casos de bajas irregulares, hacer una limpieza, reordenar el gremio de controladores. Poner orden, vaya. Y quizás, aquí, la crisis juegue a nuestro favor, porque el 70% de los españoles quiere ser funcionario, porque a buen seguro que muchos quisieran ser controladores, si bien su sueldo dejaría de ser tan elevado, tan desorbitado.
Lógicamente y por las condiciones del trabajo, habrá de tener muy en cuenta horarios y remuneración, pero no perder el norte así. Hacer una limpieza e incorporar progresivamente nuevos controladores con estas condiciones firmadas podría cambiar mucho las cosas. Y, lógicamente, quien haya cometido una ilegalidad abusando de su condición de controlador y funcionario y, además, causando molestias y poniendo en peligro a los pasajeros, a la calle. Veremos cómo se adaptan a su nuevo tren de vida con 900 euros de paro en el mejor de los casos. Veremos.
Será entonces cuando les demos la bienvenida a la clase trabajadora.
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