Moratinos se apunta a la fiesta cubana
Desayunamos hoy con la buena noticia de la próxima liberación de 52 presos políticos a manos del régimen cubano. Nos tiene que llegar de satisfacción puesto que todo lo que sea un triunfo de la justicia es para celebrarse, pero la liberación de los miembros del Grupo de los 75 no ha de hacernos atribuir méritos inmerecidos. Y me refiero directamente a esos medios que otorgan a Moratinos el triunfo. No es así.
Muchos pensarán que la opinión negativa que tengo del ministro de Exteriores está condicionando mi opinión, pero creánme que no es así porque, de hecho, el mérito se lo otorgo a la iglesia católica, a la que guardo aún en menos estima. En concreto, al cardenal Jaime Ortega Alamino, que arrancó hace ya varios meses el proceso de negociación. Moratinos tan sólo se ha unido al final de la fiesta. No digo que no haya aportado su granito de arena, pero el trabajo ya estaba hecho. Poner España a disposición de los disidentes para que tras su liberación vengan a vivir con sus familias no es un triunfo de la diplomacia.
Un triunfo de la diplomacia española sería conseguir que en Cuba cambien cosas, que haya más libertad, menos opresión. Un triunfo de la diplomacia española sería que la UE no siguiera dándole la espalda a Cuba o que EEUU cesara el bloqueo. Un triunfo de la diplomacia española sería conseguir que alguien moviera ficha, de un lado o de otro, para que una isla con tanto potencial pudiera crecer y vivir con la libertad que merece. Y eso, aún, no ha sucedido.
Muchos pensarán que la opinión negativa que tengo del ministro de Exteriores está condicionando mi opinión, pero creánme que no es así porque, de hecho, el mérito se lo otorgo a la iglesia católica, a la que guardo aún en menos estima. En concreto, al cardenal Jaime Ortega Alamino, que arrancó hace ya varios meses el proceso de negociación. Moratinos tan sólo se ha unido al final de la fiesta. No digo que no haya aportado su granito de arena, pero el trabajo ya estaba hecho. Poner España a disposición de los disidentes para que tras su liberación vengan a vivir con sus familias no es un triunfo de la diplomacia.
Un triunfo de la diplomacia española sería conseguir que en Cuba cambien cosas, que haya más libertad, menos opresión. Un triunfo de la diplomacia española sería que la UE no siguiera dándole la espalda a Cuba o que EEUU cesara el bloqueo. Un triunfo de la diplomacia española sería conseguir que alguien moviera ficha, de un lado o de otro, para que una isla con tanto potencial pudiera crecer y vivir con la libertad que merece. Y eso, aún, no ha sucedido.
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