Rubalcaba suple la ausencia de un Moratinos
No acostumbro a escribir reflexiones en el blog los fines de semana, tan sólo la Foto del Día. Sin embargo, hoy no me puedo contener ante la noticia de la visita de Rubalcaba a Rabat para zanjar la crisis con Marruecos. No me andaré con rodeos: ¿dónde se mete Moratinos? ¿Qué pinta el ministro del Interior en un problema de diplomacia internacional? Ya sé, lógicamente, que tiene mucho más que decir que la Corredor -en realidad, cualquier tiene algo más que decir que la Corredor-, pero ¿no resulta inaudita la ausencia del ministro de Asuntos Exteriores?
Bien es cierto que tanto la Guardia Civil como la Policía dependen de Interior y son los objetos de acusación por parte de la dictadura marroquí, pero que no se manifieste la cartera de Exteriores da qué pensar. Claro, que en toda esta historia, me refiero a la relación con Marruecos, todo suena rocambolesco. Desde que sea el propio Mohamed VI el que reclame el respeto a los Derechos Humanos, cuando él mismo los pisotea con sus torturas al pueblo saharaui y la ocupación ilegal del Sáhara Occidental; a que el Rey haga una llamada telefónica por un asunto como éste y no lo hiciera con Aminatou Haidar o las múltiples concesiones de España para con Marruecos, como refleja el bueno de Cembrero en su análisis.
Parece que, de un momento a otro, salga a escena un director y mande repetir la toma, porque de veras es de película. No me extrañaría que Oliver Stone, que le ha cogido gusto a realizar biopics de mandatarios que han perdido el norte, se encariñara con el dictador Mohamed VI.
Bien es cierto que tanto la Guardia Civil como la Policía dependen de Interior y son los objetos de acusación por parte de la dictadura marroquí, pero que no se manifieste la cartera de Exteriores da qué pensar. Claro, que en toda esta historia, me refiero a la relación con Marruecos, todo suena rocambolesco. Desde que sea el propio Mohamed VI el que reclame el respeto a los Derechos Humanos, cuando él mismo los pisotea con sus torturas al pueblo saharaui y la ocupación ilegal del Sáhara Occidental; a que el Rey haga una llamada telefónica por un asunto como éste y no lo hiciera con Aminatou Haidar o las múltiples concesiones de España para con Marruecos, como refleja el bueno de Cembrero en su análisis.
Parece que, de un momento a otro, salga a escena un director y mande repetir la toma, porque de veras es de película. No me extrañaría que Oliver Stone, que le ha cogido gusto a realizar biopics de mandatarios que han perdido el norte, se encariñara con el dictador Mohamed VI.
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