Hacer la pelota no desgrava
Hoy, la verdad, es que hay varias noticias buenas en la prensa, comenzando por el retroceso que ha sufrido Chávez en las urnas y terminando por el arranque del juicio del caso Malaya -que sigan buscando, que como ese seguro que los hay a patadas-. Sin embargo, me voy a quedar con otra noticia que pudiera pasar inadvertida, pero que a mi me ha resultado extremadamente interesante.
Resulta que había un grupete de empresarios de la mal llamada 'Fiesta Nacional' que estaban intentando deducirse las entradas gratuitas que regalaban a funcionarios y autoridades. Como lo oyen. Ahora resulta que con la excusa de promocionar el espectáculo, hacer la pelota es deducible. Manda huevos, que diría aquel.
Afortunadamente, la Audiencia Nacional se ha pronunciado al respecto y ha determinado que “no se aprecia la medida en que ello [regalar las entradas a funcionarios y autoridades] pudiera servir para promocionar la actividad empresarial de la contribuyente ni su correlación con los ingresos”. O dicho en otras palabras, "si quieres hacer la pelota, hazlo, pero no nos pringues a los demás".
Algo me dice -y no quiero que en absoluto suene machista, más bien al contrario-, que en este caso nos ha beneficiado el hecho de que quien lo juzgara fuera una magistrada y no un magistrado. Aún hay esperanzas para la razón.
Resulta que había un grupete de empresarios de la mal llamada 'Fiesta Nacional' que estaban intentando deducirse las entradas gratuitas que regalaban a funcionarios y autoridades. Como lo oyen. Ahora resulta que con la excusa de promocionar el espectáculo, hacer la pelota es deducible. Manda huevos, que diría aquel.
Afortunadamente, la Audiencia Nacional se ha pronunciado al respecto y ha determinado que “no se aprecia la medida en que ello [regalar las entradas a funcionarios y autoridades] pudiera servir para promocionar la actividad empresarial de la contribuyente ni su correlación con los ingresos”. O dicho en otras palabras, "si quieres hacer la pelota, hazlo, pero no nos pringues a los demás".
Algo me dice -y no quiero que en absoluto suene machista, más bien al contrario-, que en este caso nos ha beneficiado el hecho de que quien lo juzgara fuera una magistrada y no un magistrado. Aún hay esperanzas para la razón.
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