Inmigrantes para el ejército
Disfrutando de mi última lectura del USA Today durante un tiempo en el avión, he dado con una de esas noticias que te bloquean, que chocan de frente con la realidad teórica para venir a soportar la realidad práctica, la que vivimos todos los días. La información hablaba de una ley de EEUU que desconocía, la DREAM Act. Las siglas del 'sueño' en inglés vienen de Development, Relief and Education for Alien Minors, es decir, algo así como 'ley para el Desarrollo, Ayuda y Educación para Menores Extranjeros'.
Va dirigida a todos los hijos de inmigrantes ilegales que, siendo menores de 16 años, llegaron irregularmente al país. Hasta ahí todo parece cuadrar, ir en línea de lo que uno espera de una nación gobernada por el actual Premio Nobel de la Paz. Pero claro, si uno profundiza un poco más, observa cómo el Pentágono está empujando a todos esos jóvenes a alistarse en las Fuerzas Armadas. En pocas palabras, "alístate en el ejército, te legalizamos y ganas un billete directo para Afganistán".
Recuerda al post que, bajo el título 'El Obama de los soldados', escribí con motivo de la ley de inmigración de Arizona. Ahora, en lugar de destinar soldados para controlar a los inmigrantes ilegales se convierte a éstos en soldados... quién sabe, quizás, hasta con la misión de controlar a los mismos que intentan saltar la valla que un día traspasaron ellos mismos, de noche, con sus padres.
Las cifras son aterradoras: justamente en esa frontera, la Coalición de Derechos Humanos asegura que en el año fiscal 2010 -que finaliza el 30 de septiembre- los cuerpos sin vida hallados se cifraban en 236, cercano al récord de 282 cadáveres registrados en 2005. Sed, demasiado tiempo de exposición al calor o al frío y, en algunos casos, heridas por armas de fuego son las causas de la muerte.
Y mientras, sobrecoge el testimonio de Felipe Matos, un brasileño de 24 años que se ha unido a las Fuerzas Armadas y que asegura que "tengo amigos que les encantaría alistarse en el ejército. Creo que tenemos que intentar servir y contribuir con el único país que conocemos y amamos".
Qué miedo.
Va dirigida a todos los hijos de inmigrantes ilegales que, siendo menores de 16 años, llegaron irregularmente al país. Hasta ahí todo parece cuadrar, ir en línea de lo que uno espera de una nación gobernada por el actual Premio Nobel de la Paz. Pero claro, si uno profundiza un poco más, observa cómo el Pentágono está empujando a todos esos jóvenes a alistarse en las Fuerzas Armadas. En pocas palabras, "alístate en el ejército, te legalizamos y ganas un billete directo para Afganistán".
Recuerda al post que, bajo el título 'El Obama de los soldados', escribí con motivo de la ley de inmigración de Arizona. Ahora, en lugar de destinar soldados para controlar a los inmigrantes ilegales se convierte a éstos en soldados... quién sabe, quizás, hasta con la misión de controlar a los mismos que intentan saltar la valla que un día traspasaron ellos mismos, de noche, con sus padres.
Las cifras son aterradoras: justamente en esa frontera, la Coalición de Derechos Humanos asegura que en el año fiscal 2010 -que finaliza el 30 de septiembre- los cuerpos sin vida hallados se cifraban en 236, cercano al récord de 282 cadáveres registrados en 2005. Sed, demasiado tiempo de exposición al calor o al frío y, en algunos casos, heridas por armas de fuego son las causas de la muerte.
Y mientras, sobrecoge el testimonio de Felipe Matos, un brasileño de 24 años que se ha unido a las Fuerzas Armadas y que asegura que "tengo amigos que les encantaría alistarse en el ejército. Creo que tenemos que intentar servir y contribuir con el único país que conocemos y amamos".
Qué miedo.
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