Marruecos mata

El Frente Polisario y los activistas y observadores desplazados hasta el lugar lo venían denunciando ante la Comunidad Internacional que, una vez más, ha preferido mirar hacia otro lado. El pueblo saharaui protagonizaba la mayor propuesta ante la dictadura marroquí, improvisando un campamento  de unas 2.000 jaimas a 18 kilómetros de El Aaiún, mientras sufría los ataques violentos de Marruecos.

Los saharauis sólo querían lo que les pertenece legítimamente: su tierra. Tan sólo reclamaban, tan sólo querían regresar a su tierra, pero Zuber Elgarhi Nayem, de 14 años, ya no podrán nunca más. Ni siquiera podrá ser enterrado en ella como es debido, después de que los soldados marroquíes lo ametrallaran ayer. La desfachatez e inhumanidad marroquí ni siquiera ha permitido que los familiares vean el cuerpo del menor.

Podría decir que Marruecos ha llegado demasiado lejos pero, en realidad, hace mucho que traspasó cualquier línea. El asesinato de Zuber confirma, de la peor de las maneras posibles, la impunidad de los excesos marroquíes, de la incapacidad -y nula voluntad- de la Comunidad Internacional antes los crímenes que viene cometiendo sistemáticamente la dictadura de Mohamed VI.

¿Qué hará, qué dirá la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez? ¿Adoptarán la misma postura hipócrita y sumisa de su antecesor, Moratinos? Ojalá que no, ojalá que España asuma de una vez por todas la responsabilidad que le corresponde y pare los pies a Mohamed VI en el Sáhara Occidental porque, con la muerte de Zuber, España también se ha manchado las manos con sangre.