Presidente Piñera, toca pico y pala
Hoy, todos nos felicitamos por el rescate de los 33 mineros en Chile. Pero, ¿sabían ustedes que en 1945 murieron 355 mineros tras una explosión en una mina a unos 90 kilómetros de Santiago? ¿O que en esa misma mina, un mes antes del accidente, otro minero perdió una pierna? La inseguridad en las explotaciones de tamaño medio y pequeño es la norma... y hay muchas, porque Chile se encuentra en el cuarto lugar, según el último índice de potencial de políticas mineras del Fraser Institute canadiense, como país más atractivo para la inversión en esta actividad, tras Canadá, Finlandia y Estados Unidos. Sólo de cobre, Chile cuenta con el 38% de las reservas mundiales, que es precisamente el mineral que extraían los mineros de la empresa San Esteban de Atacama. Una empresa encuadrada en la mediana minería (categoría que produce entre 1.000 y 30.000 toneladas de cobre fino al año, y emplea entre 80 y 400 trabajadores).
¿Qué sucede? Pues que, al margen de la negligencia en las correspondientes inspecciones que deberían realizarse, la ley que regula la seguridad en las minas data de 1983, lo que hace pensar que un repasito a los más de 500 artículos con que cuenta no vendría mal, aunque sólo sea por garantizar de veras que no se pueden incorporar nuevos elementos dados los avances tecnológicos de los últimos 25 años. Ha sido sólo tras el accidente de Atacama cuando el presidente Piñera ha formado un comité asesor externo que analice el reglamento de seguridad y entregue sus conclusiones en 90 días. Eso de nada sirve a los 33 mineros ya -porque, además, pocos o ninguno volverá a meterse en el agujero, visto que hasta ya le han ofrecido un papel a Bardem para hacer la película-. Ni eso ni que se destituyera a la plana mayor del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin). No confundamos la conveniencia de esas medidas con el tiempo correcto de ejecución de las mismas.
Otro problema grave, del que poco se ha hablado, es la formación de los mineros. Si uno va a una web de empleo en Chile y coge al azar un anuncio relacionado con minería, podrá comprobar cómo no figura el sueldo ni se exige experiencia alguna, pero sí explicitan que se requiere "capacidad física para trabajar en terreno, en altura física y geográfica, clima de alta cordillera y en sistema de turnos de 12 horas, además de capacidad de trabajo bajo presión y manejo de conflictos". Los trabajadores desconocen, incluso, sus propios derechos en materia de seguridad e higiene en el trabajo. Algo que el propio Piñera prometió resolver en su programa electoral. Así lo expone Pedro Marín Mansilla, director de Sindicato Minera Econdida y de la Federación Minera de Chile: "el Estado debe propender al cumplimiento de su promesa de campaña, en orden a crear y desarrollar Escuelas Sindicales, puesto que muchas veces y debido al desconocimiento por parte de los trabajadores de estas normas y otras establecidas por los distintas reparticiones del Estado, incluyendo el Código Minero y el Código del Trabajo, entre otros. No son reclamadas y menos atendidas ni castigadas, justamente por desconocimiento de los derechos establecidos en dichos cuerpos legales".
Lo dicho Piñera, que ahora le toca a usted coger pico y pala y ponerse de veras a trabajar en este asunto porque, de lo contrario, el éxito sabrá a poco en espera de una nueva tragedia. Que la euforia no le haga al pueblo chileno perder el norte, porque la resaca será fatal.
¿Qué sucede? Pues que, al margen de la negligencia en las correspondientes inspecciones que deberían realizarse, la ley que regula la seguridad en las minas data de 1983, lo que hace pensar que un repasito a los más de 500 artículos con que cuenta no vendría mal, aunque sólo sea por garantizar de veras que no se pueden incorporar nuevos elementos dados los avances tecnológicos de los últimos 25 años. Ha sido sólo tras el accidente de Atacama cuando el presidente Piñera ha formado un comité asesor externo que analice el reglamento de seguridad y entregue sus conclusiones en 90 días. Eso de nada sirve a los 33 mineros ya -porque, además, pocos o ninguno volverá a meterse en el agujero, visto que hasta ya le han ofrecido un papel a Bardem para hacer la película-. Ni eso ni que se destituyera a la plana mayor del Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin). No confundamos la conveniencia de esas medidas con el tiempo correcto de ejecución de las mismas.
Otro problema grave, del que poco se ha hablado, es la formación de los mineros. Si uno va a una web de empleo en Chile y coge al azar un anuncio relacionado con minería, podrá comprobar cómo no figura el sueldo ni se exige experiencia alguna, pero sí explicitan que se requiere "capacidad física para trabajar en terreno, en altura física y geográfica, clima de alta cordillera y en sistema de turnos de 12 horas, además de capacidad de trabajo bajo presión y manejo de conflictos". Los trabajadores desconocen, incluso, sus propios derechos en materia de seguridad e higiene en el trabajo. Algo que el propio Piñera prometió resolver en su programa electoral. Así lo expone Pedro Marín Mansilla, director de Sindicato Minera Econdida y de la Federación Minera de Chile: "el Estado debe propender al cumplimiento de su promesa de campaña, en orden a crear y desarrollar Escuelas Sindicales, puesto que muchas veces y debido al desconocimiento por parte de los trabajadores de estas normas y otras establecidas por los distintas reparticiones del Estado, incluyendo el Código Minero y el Código del Trabajo, entre otros. No son reclamadas y menos atendidas ni castigadas, justamente por desconocimiento de los derechos establecidos en dichos cuerpos legales".
Lo dicho Piñera, que ahora le toca a usted coger pico y pala y ponerse de veras a trabajar en este asunto porque, de lo contrario, el éxito sabrá a poco en espera de una nueva tragedia. Que la euforia no le haga al pueblo chileno perder el norte, porque la resaca será fatal.
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