“Si ahora estamos mirando todos y pasa lo que pasa, imaginad lo que sucedería si la prensa no estuviera volcada”
Acaba de tener lugar la rueda de prensa que han dado los activistas españoles de Sahara Thawra, Silvia García y Javier Sopeña en la sede de Ecologistas en Acción de Madrid. Ambos aterrizaron anoche en la capital tras su odisea vivida en El Aaiún.
Javier explica que “el ejército tiene tomadas las calles y la policía entra en la casa secuestrando a saharauis y no sabemos qué más”. Durante el ataque, se separaron y no se volvieron a encontrar hasta tiempo después. Javier indica que “los enfrentamientos en los barrios periféricos eran generalizados. Tuvimos que ocultarnos como hacen los saharauis”.
Javier cuenta cómo “ya sabíamos que iban a atacar porque desde la delegación del Polisario en Canarias se había avisado de que iban a atacar. De hecho, el ejército ya había cortado el camino entre el campamento y El Aaiún un día antes. A las 5:30 nos despertaron los saharauis porque el ejército marroquí se agrupaba en tres frentes”. Javier grabó el enfrentamiento en primera línea de ataque. “No se veía nada entre el polvo, la sangre, el agua y el gas lacrimógeno. Las únicas armas de los saharauis eran palos, piedras, cuchillos y las bombonas de gas, pero eran muy pocos los que podían combatir porque había muchos niños, ancianos y mujeres”. El combate se prolongó durante dos horas aproximadamente, sobre todo porque “prendían las bombonas de butanos y las lanzaban”.
Javier consiguió salvar una cámara, todo lo demás lo perdió. Cuando grababa, el frente en el que se encontraba cayó y cuando le identificaron, le dio la tarjeta a un compañero saharaui para poder enviarlas después desde El Aaiún. Por su parte, Silvia vivió la batalla desde la zona sur, grabando el comienzo desde un techado. Allí pudo grabar el helicóptero, el encendido de luces, la llegada de los camiones…Entonces hubo de refugiarse en la casa de una pastora, junto a mujeres y cerca de 15 niños, tratando de contener los golpes marroquíes, que terminaron por arrancar las planchas del tejado, arrojando piedras. “Ya no pudimos contener más y cuando salimos había 200 militares en frente de la casa. Nos sacaron a todas las mujeres y se dejaron a los chicos en la casa, donde entraron muchos militares. Todas estábamos muy inquietas porque sabíamos que les estaban reventando. La casa terminó destrozada por dentro”. Silvia sostiene que “no sólo fue un asalto al campamento, sino que después lo saquearon llevándose las pertenencias de los saharauis”. Silvia presenció cómo "hasta 50 militares armados reventaron a un saharaui indefenso, delante de las mujeres, arrojándolos inconscientes a los coches de policía”. Silvia se escondió la tarjeta y con ayuda de las saharauis pudo salvarla, pasando por diferentes controles militares desde donde recibían burlas e insultos por parte de los policías.
Silvia afirma que “hay una represión real, brutal contra los saharauis” y, como señala Javier, “no es la primera vez que el ejército marroquí escolta a los colonos para que arremetan contra los saharauis”.50 a Ha asegurado que “he sido testigo de cómo la policía marroquí aporreaba en una proporción de 1, dejándolos desmayados en el coche de la policía”. Según los activistas, en el asalto del campamento fueron heridos todos, tanto si oponían resistencia o no. “Los saharauis estaban organizados e iban evacuando en coches a los heridos, escapando por el desierto porque las carreteras estaban controladas. Para escapar hubo que cavar en los cuatro muros que los marroquíes habían levantado”. Dio igual mujeres, niños o ancianos.
Silvia relata cómo “hemos estado encerrados, ocultos, porque la calle está militarizada”. Al hilo de esto, Javier afirma que “es imposible contrastar el genocidio porque si sales estás en peligro tú y el saharaui que te acompañe”. Ella misma explica que “decidimos salir porque ya no podíamos hacer nada y no sólo se trataba de nuestra seguridad sino también de la gente que nos protegía”.
En referencia a sus otros compañeros, Silvia apunta que “ayer por la mañana hablamos con nuestros compañeros, pero poco porque están pinchadas las comunicaciones. Están encerrados, sitiados y muertos de miedo”.
Al explicar su salida del país, ambos sitúan a Mariano Collado, “que es quien actúa de cónsul allí, en Casa de España”, como su único apoyo. Eso sí, “se nos dijo que nos buscáramos la vida para llegar a Mariano Collado”. En ese sentido y respecto a la posición del Gobierno español, Javier niega la coherencia del Gobierno español y hace gala de su independencia como activista. Silvia asegura que conmigo no contactaron hasta el miércoles por la tarde desde el consulado, cuando se les ofreció protección. A Javier, por su parte, le llamaron también desde Rabat, redirigiéndole a Mariano Collado.
Ambos están convencidos de querer volver, a pesar de haberse enterado de la paliza a un compañero norteamericano, con el que después la policía marroquí se disculpó por “haberle confundido con un español”. “Si ahora estamos mirando todos y pasa lo que pasa, imaginad lo que pasaría si la prensa no estuviera volcada”, lamenta Alberto.
Ambos denuncian la “falta de contundencia del Gobierno español que no condenan los crímenes de Marruecos”. Respecto a la postura del PP, Javier ha sido claro: “el Sáhara siempre ha sido moneda de cambio para ganar votos. Todos lo apoyan hasta que llegan al poder”.
Javier explica que “el ejército tiene tomadas las calles y la policía entra en la casa secuestrando a saharauis y no sabemos qué más”. Durante el ataque, se separaron y no se volvieron a encontrar hasta tiempo después. Javier indica que “los enfrentamientos en los barrios periféricos eran generalizados. Tuvimos que ocultarnos como hacen los saharauis”.
Javier cuenta cómo “ya sabíamos que iban a atacar porque desde la delegación del Polisario en Canarias se había avisado de que iban a atacar. De hecho, el ejército ya había cortado el camino entre el campamento y El Aaiún un día antes. A las 5:30 nos despertaron los saharauis porque el ejército marroquí se agrupaba en tres frentes”. Javier grabó el enfrentamiento en primera línea de ataque. “No se veía nada entre el polvo, la sangre, el agua y el gas lacrimógeno. Las únicas armas de los saharauis eran palos, piedras, cuchillos y las bombonas de gas, pero eran muy pocos los que podían combatir porque había muchos niños, ancianos y mujeres”. El combate se prolongó durante dos horas aproximadamente, sobre todo porque “prendían las bombonas de butanos y las lanzaban”.
Javier consiguió salvar una cámara, todo lo demás lo perdió. Cuando grababa, el frente en el que se encontraba cayó y cuando le identificaron, le dio la tarjeta a un compañero saharaui para poder enviarlas después desde El Aaiún. Por su parte, Silvia vivió la batalla desde la zona sur, grabando el comienzo desde un techado. Allí pudo grabar el helicóptero, el encendido de luces, la llegada de los camiones…Entonces hubo de refugiarse en la casa de una pastora, junto a mujeres y cerca de 15 niños, tratando de contener los golpes marroquíes, que terminaron por arrancar las planchas del tejado, arrojando piedras. “Ya no pudimos contener más y cuando salimos había 200 militares en frente de la casa. Nos sacaron a todas las mujeres y se dejaron a los chicos en la casa, donde entraron muchos militares. Todas estábamos muy inquietas porque sabíamos que les estaban reventando. La casa terminó destrozada por dentro”. Silvia sostiene que “no sólo fue un asalto al campamento, sino que después lo saquearon llevándose las pertenencias de los saharauis”. Silvia presenció cómo "hasta 50 militares armados reventaron a un saharaui indefenso, delante de las mujeres, arrojándolos inconscientes a los coches de policía”. Silvia se escondió la tarjeta y con ayuda de las saharauis pudo salvarla, pasando por diferentes controles militares desde donde recibían burlas e insultos por parte de los policías.
Silvia afirma que “hay una represión real, brutal contra los saharauis” y, como señala Javier, “no es la primera vez que el ejército marroquí escolta a los colonos para que arremetan contra los saharauis”.50 a Ha asegurado que “he sido testigo de cómo la policía marroquí aporreaba en una proporción de 1, dejándolos desmayados en el coche de la policía”. Según los activistas, en el asalto del campamento fueron heridos todos, tanto si oponían resistencia o no. “Los saharauis estaban organizados e iban evacuando en coches a los heridos, escapando por el desierto porque las carreteras estaban controladas. Para escapar hubo que cavar en los cuatro muros que los marroquíes habían levantado”. Dio igual mujeres, niños o ancianos.
Silvia relata cómo “hemos estado encerrados, ocultos, porque la calle está militarizada”. Al hilo de esto, Javier afirma que “es imposible contrastar el genocidio porque si sales estás en peligro tú y el saharaui que te acompañe”. Ella misma explica que “decidimos salir porque ya no podíamos hacer nada y no sólo se trataba de nuestra seguridad sino también de la gente que nos protegía”.
En referencia a sus otros compañeros, Silvia apunta que “ayer por la mañana hablamos con nuestros compañeros, pero poco porque están pinchadas las comunicaciones. Están encerrados, sitiados y muertos de miedo”.
Al explicar su salida del país, ambos sitúan a Mariano Collado, “que es quien actúa de cónsul allí, en Casa de España”, como su único apoyo. Eso sí, “se nos dijo que nos buscáramos la vida para llegar a Mariano Collado”. En ese sentido y respecto a la posición del Gobierno español, Javier niega la coherencia del Gobierno español y hace gala de su independencia como activista. Silvia asegura que conmigo no contactaron hasta el miércoles por la tarde desde el consulado, cuando se les ofreció protección. A Javier, por su parte, le llamaron también desde Rabat, redirigiéndole a Mariano Collado.
Ambos están convencidos de querer volver, a pesar de haberse enterado de la paliza a un compañero norteamericano, con el que después la policía marroquí se disculpó por “haberle confundido con un español”. “Si ahora estamos mirando todos y pasa lo que pasa, imaginad lo que pasaría si la prensa no estuviera volcada”, lamenta Alberto.
Ambos denuncian la “falta de contundencia del Gobierno español que no condenan los crímenes de Marruecos”. Respecto a la postura del PP, Javier ha sido claro: “el Sáhara siempre ha sido moneda de cambio para ganar votos. Todos lo apoyan hasta que llegan al poder”.
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