La España más incoherente admite el desprecio de Marruecos por los Derechos Humanos
"La policía marroquí entró en mi casa de El Aaiún para buscarme después del desalojo del campamento de Agdaym Izik. Yo había huido al desierto. Rompieron la puerta de entrada. A mi mujer le pegaron con la porra para que dijera dónde estaba yo. Recibió tantos golpes que perdió al niño que esperaba". Este es el testimonio de Aomar Daoudi, de 35 años, uno de los 5 saharauis cuya solicitud de asilo político ha sido aceptada por el Gobierno español. Por el contrario, a 17 de sus compañeros que también desembarcaron en Canarias procedentes de El Aaiún -donde padecieron el brutal desmantelamiento del Campamento Dignidad- no se les ha concedido el asilo, a pesar de que el Frente Polisario asegura que al menos 8 de ellos corren un riesgo extremo.
¿Qué lectura podemos hacer de estos hechos? Tan sólo una: la incoherencia de la política española, que mientras defiende la postura de Marruecos y aplaude sus avances democráticos -según, insisto, el Gobierno español- da asilo político a ciudadanos saharauis por considerar que si regresan a Marruecos su vida corre peligro. Pero, entonces, ¿en qué quedamos? ¿Marruecos es una país democrático en donde no te torturan ni matan por tus inclinaciones políticas o, por el contrario, es una dictadura peligrosa que masacra a todo aquel que se oponga a ella?
Más bien, parece, lo segundo y por eso España ha concedido 5 asilos. La lectura no puede ser otra. Ahora bien, esa conclusión nos debe llevar a recapacitar sobre otro hecho: ¿Está España, y con ella la Unión Europea, ayudando, comerciando e invirtiendo en una dictadura que pone en peligro a las personas por sus creencias políticas? Sí, por supuesto y la concesión de asilo supone, inevitablemente, la admisión de que Marruecos no está respetando el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".
Tiene gracia, el enlace que incluyo de la Declaración es del ministerio de Asuntos Exteriores, cartera que lidera Trinidad Jiménez, a la que seguramente todavía le falta información de lo que sucedíó en el Campamento Dignidad... Pobre. No se entera... de nada.
¿Qué lectura podemos hacer de estos hechos? Tan sólo una: la incoherencia de la política española, que mientras defiende la postura de Marruecos y aplaude sus avances democráticos -según, insisto, el Gobierno español- da asilo político a ciudadanos saharauis por considerar que si regresan a Marruecos su vida corre peligro. Pero, entonces, ¿en qué quedamos? ¿Marruecos es una país democrático en donde no te torturan ni matan por tus inclinaciones políticas o, por el contrario, es una dictadura peligrosa que masacra a todo aquel que se oponga a ella?
Más bien, parece, lo segundo y por eso España ha concedido 5 asilos. La lectura no puede ser otra. Ahora bien, esa conclusión nos debe llevar a recapacitar sobre otro hecho: ¿Está España, y con ella la Unión Europea, ayudando, comerciando e invirtiendo en una dictadura que pone en peligro a las personas por sus creencias políticas? Sí, por supuesto y la concesión de asilo supone, inevitablemente, la admisión de que Marruecos no está respetando el artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: "Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición".
Tiene gracia, el enlace que incluyo de la Declaración es del ministerio de Asuntos Exteriores, cartera que lidera Trinidad Jiménez, a la que seguramente todavía le falta información de lo que sucedíó en el Campamento Dignidad... Pobre. No se entera... de nada.
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