La miopía de la Ley Sinde

No puedo decir que hoy el día comience con buen pie. Ayer ya se cerró con un broche agrio, rancio... de 'Ley Sinde', vaya, que finalmente el PSOE consiguió aprobar tras llegar a un acuerdo con el PP. Bien es cierto que se introduce la figura del juez para poder cerrar una página web, pero en algo tiene razón Álex de la Iglesia: "El PP ha enfangado una cosa de por si enfangada. Que desastre!" y añade, dirigiéndose directamente al Gobierno, "no estoy de acuerdo en la manera en que habéis planteado esto. No dialogáis en la red. No es mi trabajo, debería ser el vuestro".

Y es que todo este proceso ha demostrado la imposibilidad de autorregulación de una industria que no ve más allá de sus narices, que no es capaz de evolucionar su modelo de negocio porque tiene una mirada cortoplacista, una miopía que la condena. En ese saco entran todos los Alejandro Sanz, que parecen pensar que la 'Ley Sinde' llenará más sus arcas. Se equivoca y, lo que es peor, le delata como un borrego más en este rebaño de industria caduca. Tras sus palabras "Hay que reconocérselo y agradecérselo. Al PSOE, al PP y a CiU gracias en nombre de tod@s l@s trabajadores de la cultura y de los futuros talentos", se oculta un problema aún mayor que, si decide resolver el Gobierno, habrán de acatar, del mismo que acatan, apoyan e impulsan la ambigua Ley Sinde.

Ayer asistimos a un acto mucho más importante de lo que muchos quieren ver: ayer, con la aprobación de esta ley, vimos un nuevo gesto por parte del Gobierno, con apoyo de la principal oposición, con el que cree solucionar un problema por la calle de enmedio, sin profundizar en la problemática, sin mostrar a la ciudadanía todo el dibujo, sin buscar soluciones reales a la propiedad intelectual en el nuevo modelo digital. Y si los creadores creen que han ganado algo con esta ley, es que su imaginación va más allá de lo que les da de comer.
Lástima.