España y su gusto por los dictadores
España deberia tener más principios porque, de lo contrario, se aboca al fin. Nuestro Gobierno es muy dado a relacionarse con dictadores en pos del mantenimiento de las relaciones comerciales. Eso siempre ha tenido un nombre y nunca ha estado bien visto. Pero todo eso parece que ahora da igual. El Ejecutivo pacta, se alaba, encubre y apoya al dictador marroquí Mohamed VI. Ahora, también lo hace con el guineano Teodoro Obiang, que es el nuevo presidente de turno de la Unión Africana (UA) y ha decidido que el español sea lengua de trabajo en ésta.
El presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, se ha reunido con el dictador africano en visita institucional y ha sellado el encuentro con un "nos unen muchas más cosas de las que nos separan". No sé si eso es cierto -si lo es, me inquieta mucho-, pero lo que es una realidad es que hay hechos que distancian tanto que rompen con cualquier otra ligazón. Y eso es, precisamente, lo que debería suceder entre España y el dictador asentado en el poder desde que llegara a él por la vía de un golpe de Estado en 1979 -derrocó y ejecutó a su propio tío-. Desde entonces, se le acusa de torturas, de violar los Derechos Humanos de su pueblo, al que empobrece e, incluso, roba con el blanqueo de dinero en tierra española.
Y ahora Bono se siente cerca de él. Ya lo dice el maestro Lobo: "Teodoro Obiang Nguema no es un estadista. Es un dictador que juega en la misma división de los Ben Ali y Mubarak. Encarcela, tortura y acumula riquezas para él y para su familia. Así lo demuestran los hechos y los informes de Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Es una mano manchada de petróleo que estrecha José Bono".
El presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, se ha reunido con el dictador africano en visita institucional y ha sellado el encuentro con un "nos unen muchas más cosas de las que nos separan". No sé si eso es cierto -si lo es, me inquieta mucho-, pero lo que es una realidad es que hay hechos que distancian tanto que rompen con cualquier otra ligazón. Y eso es, precisamente, lo que debería suceder entre España y el dictador asentado en el poder desde que llegara a él por la vía de un golpe de Estado en 1979 -derrocó y ejecutó a su propio tío-. Desde entonces, se le acusa de torturas, de violar los Derechos Humanos de su pueblo, al que empobrece e, incluso, roba con el blanqueo de dinero en tierra española.
Y ahora Bono se siente cerca de él. Ya lo dice el maestro Lobo: "Teodoro Obiang Nguema no es un estadista. Es un dictador que juega en la misma división de los Ben Ali y Mubarak. Encarcela, tortura y acumula riquezas para él y para su familia. Así lo demuestran los hechos y los informes de Human Rights Watch y Amnistía Internacional. Es una mano manchada de petróleo que estrecha José Bono".
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