Inmigrantes votantes con poco compromiso
El ayuntamiento de Vic vuelve a las andadas. A unos meses de las elecciones municipales, el consistorio de la localidad catalana, apoyado por los partidos nacionalistas, ha aprobado una moción en la que se reclama que los ayuntamientos decidan en los procesos de arraigo y reagrupación de extranjeros. Puede ser una primera medida para reiniciar el proceso xenófobo que emprendiera hace un año aproximadamente y que otros ayuntamientos, como el madrileño de Torrejón de Ardoz, replicaron con variantes. Lo ignoro, pero en cualquier caso evidencia que el número de inmigrantes con derecho a voto en estas elecciones aún no es lo suficientemente significativo. Y eso que en estas elecciones ya podrán ciudadanos de la UE, Noruega, Chile, Colombia, Ecuador, Nueva Zelanda, Paraguay y Perú, entre otros.
En cualquier caso, cabe una segunda reflexión: ¿hacia dónde irá el voto inmigrante? Uno tiende a pensar que hacia medidas más aperturistas, que regulen, pero con mano izquierda, el fenómeno de la inmigración. Sin embargo, la experiencia en otros países más maduros en este aspecto, como EEUU, nos demuestra que se produce el fenómeno contrario: el inmigrante que vota, que ya está legalizado, gira hacia el conservadurismo con el propósito de salvaguardar esa legalidad que tanto le ha costado obtener... esa legalidad y esa renta, sea alta o baja... y más en crisis. Sobre todo teniendo en cuenta que hay más de un millón de inmigrantes desempleados. Inmigrantes, por otro lado, que los partidos más conservadores toman como españoles cuando reprochan al Gobierno la tasa de paro, pero que en cuanto tienen ocasión quisieran borrar del mapa. Qué cosas.
La experiencia de las próximas elecciones municipales y autonómicas servirá de termómetro, aunque en ciudades como Madrid, de los 41.000 inmigrantes con derecho a voto, se han inscrito menos de 600. Y eso, también es una muestra del conservadurismo, del 'no me quiero meter en más líos'... aunque algo de cultura no niego que también tenga. Sea como fuere, el compromiso político de la comunidad inmigrante se hace más necesario que nunca, tanto para su futuro, como para el del país del que ya forman parte vertebral.
En cualquier caso, cabe una segunda reflexión: ¿hacia dónde irá el voto inmigrante? Uno tiende a pensar que hacia medidas más aperturistas, que regulen, pero con mano izquierda, el fenómeno de la inmigración. Sin embargo, la experiencia en otros países más maduros en este aspecto, como EEUU, nos demuestra que se produce el fenómeno contrario: el inmigrante que vota, que ya está legalizado, gira hacia el conservadurismo con el propósito de salvaguardar esa legalidad que tanto le ha costado obtener... esa legalidad y esa renta, sea alta o baja... y más en crisis. Sobre todo teniendo en cuenta que hay más de un millón de inmigrantes desempleados. Inmigrantes, por otro lado, que los partidos más conservadores toman como españoles cuando reprochan al Gobierno la tasa de paro, pero que en cuanto tienen ocasión quisieran borrar del mapa. Qué cosas.
La experiencia de las próximas elecciones municipales y autonómicas servirá de termómetro, aunque en ciudades como Madrid, de los 41.000 inmigrantes con derecho a voto, se han inscrito menos de 600. Y eso, también es una muestra del conservadurismo, del 'no me quiero meter en más líos'... aunque algo de cultura no niego que también tenga. Sea como fuere, el compromiso político de la comunidad inmigrante se hace más necesario que nunca, tanto para su futuro, como para el del país del que ya forman parte vertebral.
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