Fracaso escolar y políticos menos políticos
Hay pocos políticos menos políticos que Ángel Gabilondo. Y qué falta hacen. Desde que llegó al ministerio de Educación, este ex rector de universidad se ha empeñado en remangarse y trabajar, y trabajar... y no lanzar mensajes huecos al pueblo, sino que ha preferido esperar hasta que los frutos de su trabajo sean los que hablan por él.
Y esos frutos han llegado, recortando cuatro puntos porcentuales el fracaso escolar, pasando del 30 al 26%. Y ni siquiera cuando lo ha conseguido se ha autoproclamado -ni a él ni al Gobierno de España- como el artífice de la mejora: "Esto supone un salto importante que se ha hecho con el esfuerzo de todas las administraciones y de la sociedad en su conjunto". Qué complicado resulta ver esta actitud en cualquier otro político, por lo general, mucho más amigos de diseñar estrategias de marketing para ocultar sus fracasos o, en caso de éxito, vanagloriarse infantilmente.
Una pena que, precisamente por esa calaña política, Gabilondo no consiguiera llevar a buen puerto la reforma educativa que, por otro lado, es un bastión de crecimiento indiscutible. En un momento en el que en muchos países de Europa como Reino Unido, Italia, Grecia o las repúblicas bálticas se está recortando el gasto en educación o subiendo sus tasas privando de ella a buena parte de la población, hay que reconocer que la inversión de 119 millones de euros para mejorar el conocimiento de lenguas extranjeras sabe a gloria.
Seguimos manteniendo, eso sí, el borrón de Bolonia. Borrón que también tendrá Gabilondo en su expediente, puesto que una cosa es que lo acate como ministro de un Estado Miembro y otro que lo defienda a capa y espada, como ha hecho. Y el futuro no pinta mucho mejor, porque candidatos a suceder al actual rector de la Universidad Complutentese de Madrid, Carlos Berzosa, continúan haciéndolo. Claro, que para que nos preocupemos por Bolonia, debemos llegar antes en condiciones a la Universidad, y con una tasa de fracaso escolar del 26% y un nivel educativo como el que arrastramos es complicado.
Eso sí, seguimos queriendo fomentar la innovación como medida anticrisis, pero sin tener más políticos como Gabilondo, que de veras se remanguen, ¿de veras es posible? Ese es un gran desafío, una compleja ecuación a resolver: ¿Nivel educativo - reforma educativa = innovación?
Miren que yo soy de letras, pero no me salen las cuentas.
Y esos frutos han llegado, recortando cuatro puntos porcentuales el fracaso escolar, pasando del 30 al 26%. Y ni siquiera cuando lo ha conseguido se ha autoproclamado -ni a él ni al Gobierno de España- como el artífice de la mejora: "Esto supone un salto importante que se ha hecho con el esfuerzo de todas las administraciones y de la sociedad en su conjunto". Qué complicado resulta ver esta actitud en cualquier otro político, por lo general, mucho más amigos de diseñar estrategias de marketing para ocultar sus fracasos o, en caso de éxito, vanagloriarse infantilmente.
Una pena que, precisamente por esa calaña política, Gabilondo no consiguiera llevar a buen puerto la reforma educativa que, por otro lado, es un bastión de crecimiento indiscutible. En un momento en el que en muchos países de Europa como Reino Unido, Italia, Grecia o las repúblicas bálticas se está recortando el gasto en educación o subiendo sus tasas privando de ella a buena parte de la población, hay que reconocer que la inversión de 119 millones de euros para mejorar el conocimiento de lenguas extranjeras sabe a gloria.
Seguimos manteniendo, eso sí, el borrón de Bolonia. Borrón que también tendrá Gabilondo en su expediente, puesto que una cosa es que lo acate como ministro de un Estado Miembro y otro que lo defienda a capa y espada, como ha hecho. Y el futuro no pinta mucho mejor, porque candidatos a suceder al actual rector de la Universidad Complutentese de Madrid, Carlos Berzosa, continúan haciéndolo. Claro, que para que nos preocupemos por Bolonia, debemos llegar antes en condiciones a la Universidad, y con una tasa de fracaso escolar del 26% y un nivel educativo como el que arrastramos es complicado.
Eso sí, seguimos queriendo fomentar la innovación como medida anticrisis, pero sin tener más políticos como Gabilondo, que de veras se remanguen, ¿de veras es posible? Ese es un gran desafío, una compleja ecuación a resolver: ¿Nivel educativo - reforma educativa = innovación?
Miren que yo soy de letras, pero no me salen las cuentas.
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