Gibraltar británico

"Hago (...) votos para que nuestras autoridades avancen en la solución del contencioso histórico bilateral que aún sigue pendiente". Esa fue parte del brindis que anoche hizo el príncipe Borbón durante la visita del príncipe Carlos y su esposa, cuya higiene personal tanto enamoró al heredero inglés. Hace ya más de un año que lamenté este tipo de reinvidicaciones teniendo pendientes tantas otras. Entonces, me pregunté:

"¿Qué puede llevar a un gobierno a reclamar un territorio que cedió legítimamente en el pasado -consecuencia de un tratado de paz- y en el que, además, el 99,64% de los habitantes quiere seguir siendo ser británico?"

Y aún hoy me lo sigo preguntando. El Gobierno de España en general, y la Corona en particular, deberían preocuparse más por otras cuestiones en las que nuestro país tiene una responsabilidad irrenunciable. Gibraltar se perdió legítimamente, en un tratado de Paz, y no en un acuerdo de compra-venta como sucedió con el Sáhara Occidental. Periódicamente, España patalea como una colegiala malcriada por algo que no le corresponde y, lo que es peor, que sólo a ella le importa porque los gibraltareños no quieren dejar de ser ingleses. El Príncipe Borbón debería reservar sus brindis patrióticos para cuando se vaya de cañas con su padre y con quiene quiera irse con ellos -yo antes me hago abstemio, oiga.

Mientras, nuestro país, nuestro Gobierno y nuestra Corona -que firmó la traición a los saharauis, que a diferencia de los gibraltareños sí eran españoles- olvidan al Sáhara Occidental y, además, las continuas amenazas de Marruecos. Muchos españoles no terminan de entender este conflicto y consideran que el Sáhara se perdió como se hizo con Cuba o Filipinas. A veces creo que el propio Gobierno cree eso, dado que ni siquiera la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, tiene conocimiento de que España sea la potencia administradora de ese territorio, lo que evidencia su incompetencia en el asunto.

El día menos pensado, España vende Ceuta y Melilla a Marruecos, vista la sumisión con la dictadura de Mohamed VI. Y ahí sí, saldría el patriotismo español, ese tan cateto y absurdo que nos caracteriza y nos ciega en cuestiones tan vitales como los nacionalismos, la inmigración o la globalización. Cuánto nos queda por aprender y temo que será a golpes, como sucede con esta crisis que nos asola y que nos ha puesto en nuestro sitio.

Nota: Especialmente llamativo ha sido el plantón de Elena Valenciado a Público, que durante dos semanas ha ido retrasando el Encuentro Digital con la Secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE por que ésta lo iba postponiendo por problemas de agenda. Lástima queno haya querido dar la cara tras ver las casi 200 preguntas que los ciudadanos ya le tenían preparadas.