Triunfo del presidente del compás en Haití
¿Qué puede hacer salir a cientos de miles de personas a la calle, gritando y bailando, entre las tiendas de los campos de refugiados donde viven desde hace más de un año los damnificados por el terremoto de Haití? La esperanza hecha hombre: el cantante de 50 años Michel Martelly, conocido como Sweet Micky o Tet Kale, se ha hecho con el 68% de los votos en las elecciones presidenciales de Haití. Muy por detrás, Mirlande Manigat, la ex primera dama de 70 años, que se estancó en e 32% de los votos. Mientras Martelly representaba la Haití que se quiere revelar, que desea reinvindicarse, Manigat se eregía más como el retrato de la actual Haití, enfermiza, debilitada.
Aún son resultados preliminares y habrá que esperar hasta el 16 de abril para conocer los definitivos, pero la euforia se ha apoderado del país por primera vez en un año y medio. Y eso ha de significar algo, además del adiós -por fin- a René Préval. Haití quiere reponerse de los efectos del terremoto, quiere dejar atrás los casi 5.000 muertos por cólera sólo desde el pasado mes de octubre o las decenas de miles de desplazados. La reconstrucción va demasiado lenta, mitad por culpa de la burocracia y el escaso seguimiento de las promesas, mitad porque de los 5.300 millones de dólares que aseguró la conferencia de donantes que haría llegar, tan sólo llegó una cuarta parte. Mientras, las cifras hablan de 680.000 personas mal viviendo en los campos de refugiados y un reciente estudio publicado en The Lancet prevee, basándonse en modelos matemáticos, cerca de 800.000 casos de cólera y más de 11.000 muertes.
Habrá que ver qué márgen de maniobra tendrá Martelly para remontar esta situación, porque se verá obligado a lidiar con el primer ministro elegido por el Parlamento, donde Preval sigue siendo el hombre fuerte. El presidente del compás, como se autoproclama Martelly, tiene por delante un auténtico desafío, más aún considerando su nula experiencia como estadista. Sus esperada reforma agraria y el impulso del turismo podrían ayudar a reducir la violencia, la delincuencia del país y convertirse en la llave del futuro para Haití, que ve como la vecina República Dominicana subsiste algo mejor con el nuevo colonialismo hotelero, fundamentalmente español.
Ojalá triunfe porque su potencial para ilusionar sólo es comparable con el de decepcionar si incumple sus promesas, si no logra objetivos. Y ahí, no valdrán excusas de falta de apoyo internacional, porque ese ha sido precisamente su mismo punto de partida.
Aún son resultados preliminares y habrá que esperar hasta el 16 de abril para conocer los definitivos, pero la euforia se ha apoderado del país por primera vez en un año y medio. Y eso ha de significar algo, además del adiós -por fin- a René Préval. Haití quiere reponerse de los efectos del terremoto, quiere dejar atrás los casi 5.000 muertos por cólera sólo desde el pasado mes de octubre o las decenas de miles de desplazados. La reconstrucción va demasiado lenta, mitad por culpa de la burocracia y el escaso seguimiento de las promesas, mitad porque de los 5.300 millones de dólares que aseguró la conferencia de donantes que haría llegar, tan sólo llegó una cuarta parte. Mientras, las cifras hablan de 680.000 personas mal viviendo en los campos de refugiados y un reciente estudio publicado en The Lancet prevee, basándonse en modelos matemáticos, cerca de 800.000 casos de cólera y más de 11.000 muertes.
Habrá que ver qué márgen de maniobra tendrá Martelly para remontar esta situación, porque se verá obligado a lidiar con el primer ministro elegido por el Parlamento, donde Preval sigue siendo el hombre fuerte. El presidente del compás, como se autoproclama Martelly, tiene por delante un auténtico desafío, más aún considerando su nula experiencia como estadista. Sus esperada reforma agraria y el impulso del turismo podrían ayudar a reducir la violencia, la delincuencia del país y convertirse en la llave del futuro para Haití, que ve como la vecina República Dominicana subsiste algo mejor con el nuevo colonialismo hotelero, fundamentalmente español.
Ojalá triunfe porque su potencial para ilusionar sólo es comparable con el de decepcionar si incumple sus promesas, si no logra objetivos. Y ahí, no valdrán excusas de falta de apoyo internacional, porque ese ha sido precisamente su mismo punto de partida.
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