La muerte silenciosa
Cuando arrancó 2011, había 925 millones de seres humanos pasando hambre en todo el mundo. Para cuando acabe el año es más que probable que se alcancen los 1.000 millones de personas, sobre todo motivado por el incremento del precio de los alimentos y las condiciones climáticas extremas. Son datos que se recogen en el informe que hoy mismo ha publicado Oxfam.
En el centro de todo, como el epicentro de la hambruna, Níger, donde el 65% de la población vive con menos de 1,25 dólares al día; donde casi uno de cada dos niños está malnutrido y uno de cada seis muere antes de cumplir 5 años. Al lado de estas cifras, la crisis de los pepinos parece una broma. Una auténtica broma, pero cuando uno vive cómodamente sentado en los países desarrollados, las escalas de valores cambian radicalmente.
Un nuevo gobierno global, que reduzca el hambre, fomente la protección social y se adapte a las condiciones climáticas de cada lugar; un nuevo futuro para la agricultura, con énfasis en los cultivos intensivos a pequeña escala, capaces de crear empleo, de reducir la pobreza; o un futuro ecológico, que haga frente al cambio climático; son los ingredientes de Oxfam en su receta de esperanza. Viendo los últimos resultados de emisiones de CO2, suena aún más utópico que algunas de las medidas de nuevo gobierno que últimamente llegan a los medios.
Pero la realidad es que habrá que atajar la situación cuanto antes, porque si el año pasado la población mundial se situaba en los 7.000 millones de personas, las proyecciones para 2050 hablan de 9.000 millones... y los recursos cada vez más limitados y peor repartidos -al igual que el poder-. El rendimiento de las cosechas cae en picado y sería necesario incrementar la producción en cerca de un 70% en los próximos 40 años. ¿Imposible? No, al menos para Oxfam pero, claro, para ello es necesario que los países ricos muevan ficha y frenen el paso a los lobbies agrarios y alimentarios que esquilman a los países pobres sin generar riqueza.
Hablamos de los Wal-Mart (400.000 millones de facturación en 2009), de Nestlé (controla el 80% de la producción de leche en Perú y es la mayor compañía de comida en Brasil) o de Cargill, Bunge o ADM que juntas controlan el 90% del comercio global de grano. La crisis económica mundial, en lugar de tratar de arreglar estos desajustes, no está haciendo más que intensificar las diferencias, reduciendo el destino del mundo a lo que dicta ese maldito G-8 con su filosofía del 'sálvese quien pueda'.
No se pierda el informe de Oxfam. Quizás el bofetón de realidad le sacuda por dentro, pero sin duda merece la pena. Al menos, para tener conciencia de que los 'países desarrollados' no lo somos tanto, cegados bajo los criterios de competitividad.
En el centro de todo, como el epicentro de la hambruna, Níger, donde el 65% de la población vive con menos de 1,25 dólares al día; donde casi uno de cada dos niños está malnutrido y uno de cada seis muere antes de cumplir 5 años. Al lado de estas cifras, la crisis de los pepinos parece una broma. Una auténtica broma, pero cuando uno vive cómodamente sentado en los países desarrollados, las escalas de valores cambian radicalmente.
Un nuevo gobierno global, que reduzca el hambre, fomente la protección social y se adapte a las condiciones climáticas de cada lugar; un nuevo futuro para la agricultura, con énfasis en los cultivos intensivos a pequeña escala, capaces de crear empleo, de reducir la pobreza; o un futuro ecológico, que haga frente al cambio climático; son los ingredientes de Oxfam en su receta de esperanza. Viendo los últimos resultados de emisiones de CO2, suena aún más utópico que algunas de las medidas de nuevo gobierno que últimamente llegan a los medios.
El hambre en el mundo. |
Hablamos de los Wal-Mart (400.000 millones de facturación en 2009), de Nestlé (controla el 80% de la producción de leche en Perú y es la mayor compañía de comida en Brasil) o de Cargill, Bunge o ADM que juntas controlan el 90% del comercio global de grano. La crisis económica mundial, en lugar de tratar de arreglar estos desajustes, no está haciendo más que intensificar las diferencias, reduciendo el destino del mundo a lo que dicta ese maldito G-8 con su filosofía del 'sálvese quien pueda'.
No se pierda el informe de Oxfam. Quizás el bofetón de realidad le sacuda por dentro, pero sin duda merece la pena. Al menos, para tener conciencia de que los 'países desarrollados' no lo somos tanto, cegados bajo los criterios de competitividad.
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