El debate que abate
Debate es controversia, es discusión de opiniones contrapuestas entre dos o más personas. Por eso hoy no hemos tenido un debate sobre el estado de la nación, porque si uno pregunta "¿a dónde vas?", el otro responde "peras traigo" y así no se llega a ningún lado. Entremedias, aplausos y abucheos que retratan la calidad de nuestros políticos, reproches pueriles, gracietas fuera de lugar... Poca calidad de debate, incluso de charla, que en los turnos de réplicas y contrarréplicas, incluso, llegan a ser soporíferas. Demasiadas repeticiones escuchadas antes en infinidad de ocasiones, poca autocrítica por ambos bandos, ningún reconocimiento al prójimo y, sobre todo, escasa novedad que enriquezca la confianza ciudadana en el futuro del país.
Resulta lamentable que un presidente de Gobierno aguarde a su último debate para admitir lo que tenía que haber hecho en el último debate de su primera legislatura: que todos los Gobiernos, tanto PP como PSOE han 'chupado del bote' de la burbuja inmobiliaria y ninguno hizo nada hasta que ella por sí sola explotó. Pero no es menos lamentable que el líder del principal partido de la oposición sea incapaz de mojarse de una vez por todas y sólo se sienta con fuerzas para tirar piedra y esconder la mano... y pedir elecciones anticipadas.
En otro momento, es cierto, ha tirado la mano y ha escondido la piedra: inenarrable la cara de Chacón cuando Rajoy le ha preguntado por todas las intervenciones militares que el PP ha apoyado. También indescriptible el rostro del rollizo Moratinos, al que parece haberle afectado poco perder las elecciones para la FAO.
¿Y el 15M? Pues en contra de lo que muchos esperaban no la han montado. Prefieren dialogar de otro modo, establecer un debate alternativo que, para empezar, sólo por su mecánica de aplausos o desaprobaciones por gestos en lugar del barullo del Congreso, es muchísimo más civilizado, educado y democrático que el que nos ofrecen 'sus' señorías que, cada vez, son menos nuestras.
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