El mus y la tandemocracia rusa
El buen jugador de mus es el que sabe jugar sus cartas, aunque éstas
no sean buenas. Es el jugador el que hace buenas las cartas, y no a la
inversa. Rusia, en ese sentido, es un digno contrincante. En ocasiones
miramos tan fijamente a la política exterior de EEUU que nos olvidamos
del que fuera el otro polo del mundo durante la Guerra Fría. El año que
viene no sólo asistiremos a las elecciones presidenciales
norteamericanas, sino también a las rusas y desde hace tiempo flota en
el ambiente la pregunta de hasta cuándo aguantará el tándem entre
Medvedev y Putin.
A pesar de que el propio Putin negó en el pasado que fuera a competir en las elecciones de 2012, lo cierto es que su sombra planea cada vez con más intensidad sobre la cabeza de su delfin. ¿Existen grandes diferencias entre los dos líderes? En realidad no, y las que destacan lo hacen más en las formas que en el fondo, al menos en las políticas clave . Prueba de ello fueron la guerra de Georgia en 2008, la disputa por el gas un año después o, más recientemente, el guiño que Medvedev ha hecho a una nueva carrera armamentística si la cooperación con la OTAN en materia de antimisiles fracasa. Con todo, Medvedev es más partidario de la estabilidad, mientras que Putin hace gala de una política mucho más reaccionaria, tal y como evidenció el deterioro de las relaciones con Occidente durante su segundo mandato.
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A pesar de que el propio Putin negó en el pasado que fuera a competir en las elecciones de 2012, lo cierto es que su sombra planea cada vez con más intensidad sobre la cabeza de su delfin. ¿Existen grandes diferencias entre los dos líderes? En realidad no, y las que destacan lo hacen más en las formas que en el fondo, al menos en las políticas clave . Prueba de ello fueron la guerra de Georgia en 2008, la disputa por el gas un año después o, más recientemente, el guiño que Medvedev ha hecho a una nueva carrera armamentística si la cooperación con la OTAN en materia de antimisiles fracasa. Con todo, Medvedev es más partidario de la estabilidad, mientras que Putin hace gala de una política mucho más reaccionaria, tal y como evidenció el deterioro de las relaciones con Occidente durante su segundo mandato.
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