La locura de Netanyahu y la guerra contra Irán
Interesantísimo el artículo que nos regala hoy Eugenio García Gascón en Público, en el que señala que el primer ministro Benjamin Netanyahu y el titular de Defensa, Ehud Barak, podrían lanzar a Israel a una guerra con Irán. Las revelaciones han partido por parte del ex jefe del Mosad, Meir Dagan. Las amenazas veladas de atacar las instalaciones nucleares de Irán que ha venido haciendo Netanyahu en los últimos años podrían hacerse realidad.
Las consecuencias de semejante ataque serían devastadoras. Mahmoud Ahmadinejad y Netanyahu hace demasiado tiempo ya que manifiestan su odio mutuo, que luchan por ser el poderoso en Oriente Medio. El primero, con independencia de quien desequilibra hoy en día la balance de poder global, esto es, EEUU; en su lugar, hace tiempo que apostó más por el apoyo árabe y, sobre todo, por el de los países emergentes con poder económico por la vía del petróleo (Brasil, Venezuela...) y ciertos rasgo de antiamericanismo (Rusia).
Israel, por su parte, confía más en sus alianzas con actores del peso de EEUU o Reino Unido. Incluso Francia se ha sumado a la rueda de apoyos a Netanyahu y a partir del próximo mes de septiembre podría asumir el papel de mediador bajo la máxima 'dos estados para dos pueblos', tratando de buscar la retirada de los asentamientos judíos. Israel presumiblemente se negará, pero tendrá entonces el envite de comparecer ante Naciones Unidas.
Por otro lado, habría que ver el posicionamiento de estos apoyos de Israel en caso de estallido de guerra. Ya no podrán mirar a otro lado, como cuando ahora Israel asesina a sangre fría a los jóvenes palestinos o asaltos como el de la Flotilla (abajo, avance del documental 'Fuego sobre el Mármara', de David Segarra). Ha llegado la hora de la paz en Oriente Medio porque la inestabilidad constante que genera Israel puede hacer fracasar por contagio el milagro de la Primavera Árabe. Y esa paz no puede venir por el lado de la guerra que, una vez más, no hará más que delatar los verdaderos intereses de las grandes potencias, como ha sucedido con Irak, Afganistán o, incluso, Libia.
Confiemos en que Meir Dagan se equivoque, en que aún le quede algo de juicio a Netanyahu.
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