Los políticos desmarcan sus privilegios

A través de la Orden TIN/1362/2011, de 23 de mayo, los profesionales liberales mayores de 65 años, no podrán compatibilizar su pensión de jubilación con su actividad laboral a partir del próximo 1 de julio. Quienes se hubieran jubilado antes de esa fecha, sí. Esto quiere decir que médicos, abogados, arquitectos, ingenieros y demás profesiones colegiadas ya no podrán seguir trabajando en sus negocios privados -como sucede ahora con médicos- y, al mismo tiempo, disfrutar de su pensión.

Diría, a priori, que en el caso de estas profesiones con jugosos sueldos no veo el problema -aunque la norma va a ser recurrida por los colegios de abogados, claro está-. De hecho, hasta uno desearía que fuese más sencillo poder legislar de manera que nadie puediera cobrar, por ejemplo, más de un millón de euros al año y que todo excedente salarial tuviera como destino fines sociales, ya se tratara de altos directivos, futbolistas o empresarios de la lista Forbes. Pero no es eso lo que nos ocupa, sino que esa limitación a las profesionales liberales y a la que partidos como CiU se han opuesto desde el principio, no se aplica a sus señorías.

¿Por qué un médico no podrá hacer compatibilizar ambas vías de ingresos y un diputado, que ya goza de privilegios como tener garantizada la pensión más alta (unos 2.500 euros) si ha cumplido un mínimo de 11 años, puede cobrar su pensión y seguir trabajando de consejero de una empresa? Porque nos estamos llenando de consejeros ex políticos con ingresos muy golosos: Desde José María Aznar (Endesa / Más de 200.000 euros al año) o Felipe González (Gas Natural / 126.500 euros al año) a Manuel Marín (Fundación Iberdrola) o, más recientemente, Pedro Solbes (Barclays Bank / No se conoce su sueldo, pero se movería entre 70.000 y 280.000 euros al año).

Sin duda un punto negro, muy negro que dice muy poco en favor de los políticos y de la nota que han tomado de las reinvidicaciones del Movimiento 15M. Más grave, aún si cabe, es el caso de Mariano Rajoy o Esperanza Aguirre, que a principios de años se pronunciaron a favor de renunciar a las pensiones y privilegios parlamentarios y, después, nunca se supo.

Lamentable.