A la deriva

De producirse -que ya digo, parece casi seguro-, surgen muchas preguntas. La primera de ellas: ¿Qué efectos tendrá en los mercados? No podemos olvidar que hace menos de 15 días, el Gobierno aseguraba que  "abrir un periodo de incertidumbre política" no sería "la mejor contribución a la estabilidad financiera europea". Y lo hacía a través de Elena Valenciano que es, precisamente, la directora del comité electoral del PSOE. Dicho de otro modo, si se adelantan elecciones, será el propio gobierno el que, según su propia tesis, desestabilice la situación financiera del país y, por ende, de Europa.

¿Dónde quedarán las palabras de incondicionales de Rodríguez Zapatero, como Trinidad Jiménez, que aseguraba hace tan sólo diez días que el presidente siempre ha apostado por agotar la legislatura, que lo ha hecho por "sentido de la responsabilidad", y que, desde su punto de vista, existen "razones de peso" para que los comicios sean en marzo? Jiménez era tajante al afirmar que "un gobierno tiene que cumplir siempre con sus obligaciones, atender el interés general y pensar qué es lo mejor para el país".

¿Qué ha cambiado entonces?  ¿Dónde han quedado las declaraciones de Jaúregui este mismo mes, desde la web del ministerio de Presidencia -convertido en una web panfletaria más que institucional- en las que sostenía que "no hay nada más inestable y perjudicial para la solvencia y la credibilidad de España que una convocatoria anticipada de elecciones”?

Y, sobre todo, ¿se acordará Zapatero de sus palabras durante el debate sobre el estado de la nación en las que fue tajante en cuanto a agotar la legislatura? ¿Cuál es el mensaje que se lanza a la ciudadanía?
El de un fin de ciclo, como anunciaba el editorial de El País, y el de una prueba más de los vandazos de un Ejecutivo que hace tiempo que perdió el norte y que aún aspira a que el que fuera contramaestre, el candidato Alfredo, ascienda a capitán por la vía rápida. Pero el barco se hunde y el PP no es un bote salvavidas, sino más bien una carga de profundidad más.
Y mientras, con el barco, también se van a pique los marineros. Nosotros.