Fracturar a la derecha
Izquierda Abierta (IA) quiere crecer y ser partido político. La formación alumbrada por Gaspar Llamazares en el seno de Izquierda Unida (IU) acaba de anunciar que presentará sus estatutos en un mes. Una de sus principales novedades es la incorporación de dos nuevas figuras que se suman a la de militante: colaborador y votante. ¿El objetivo? Abrir el abanico participativo para lo cual, además, hará un uso intensivo de las nuevas tecnologías... se supone que de un modo más bidireccional de lo que ya lo hacen los dos grandes partidos, que utilizan sus canales de Twitter o Facebook a modo de monólógo o, como mucho, diálogo interesado con los periodisas del star system. Todo un guiño al 15M.
¿Estamos ante una secuela de Nueva Izquierda, aquella formación malograda de la década de los 90, fundada por históricos como Cristina Almeida -fundadora, a su vez, de IU en 1986-? Aquella aventura salió mal, tanto que alguna de sus figuras de entonces terminaron militando en el PSOE; es el caso de Diego López Garrido, actual secretario de Estado para la Unión Europea. Nueva Izquierda quiso ser tan independiente que, tras su aventura de unos cuatro años, terminó fusionándose con el PSOE.
Ahora Llamazares ha sido objeto de muchas críticas de quienes aseguran que en lugar de unir a la izquierda, la fractura aún más. Y tienen razón, pero no la fractura, la diversifica y en la diversidad puede estar la riqueza. Sus primeros esbozos de aproximan mucho a filosofías como la de Equo de López Iturralde, pero habrá que esperar a leer sus estatutos. El problema en España no es que existan muchos colores en la izquierda, sino que sólo hay uno en la derecha. Batir a la derecha utilizando para ello una estrategia monocolor sería un error, porque entonces la situación de bipartidismo sería tan asfixiante que llegaría a ser artificial y contraproducente. Es preciso balancear el poder.
¿Quiere decir eso que la victoria de la izquierda -sea el partido que sea- pasa por fracturar a la derecha? Diría que sí. Rajoy casi lo consigue sin querer, pues su política es vista como muy blandita por los más radicales del partido, con Mayor Oreja y Acebes a la cabeza. ¿Qué pasó, por qué no se fracturó? Porque reapareció Aznar que, en realidad, nunca se fue. El expresidente es astuto y ha sabido imprimir sus sello siempre que ha aparecido el menor síntoma de fisura de la derecha. El ejemplariza a la perfección el eslabón entre la derecha y la extrema derecha y esa es su fortaleza.
¿Se han preguntado alguna vez quién representa al eslabón entre, no ya la izquierda y la extrema izquierda, sino entre la izquierda y el centro? Hoy por hoy no lo hacen, desde luego, ni Rubalcaba, ni Lara, ni Llamazares, ni Díez. ¿Lo hará López Iturralde por la vía ecologista? No lo creo, porque su problema viene por el conflicto generacional: para los mayores de 50 años, nunca se quitará la etiqueta de 'verde', con todo lo peyorativo que tiene en este país para muchos.
Se antojan una campaña electoral divertida. Ojalá su desenlace fuera igual de divertido.
Pues teniendo en cuenta la traición que hizo al partido comunista asturiano, de donde fue expulsado, teniendo en cuenta que vive como Dios de la política, (y en DONDE vive) y sobre todo su brillante gestión de iu la conclusión es que quiere hacer un partido propio para seguir chupando del bote Y si no s asi ...lo parece mucho.
ResponderEliminarClaro que tendrá su publico incluso si se legalizase a un partido...digamos nazi siempre encontrara 300.000 gilipuertas que les voten (Ejemplo Bildu).
El Llamazares ¿por qué no? Tiene un probado currículun de... fracasos.