Leire Pajín, al hospital de leprosos

La residencia de Llatzeret, como su propio nombre indica -lazareto- sirvió durante décadas como establecimiento sanitario para aislar a los infectados o sospechosos de enfermedades contagiosas; también significa hospital de leprosos. Ya a principios de siglo se acometieron las reformas necesarias para que la isla contara con un pabellón para residencia de funcionarios de categoría.
Tiene gracia que ahora Pajín, que por generación y en principio por ideología debería estar más cerca de la izquierda, disfrute en plena crisis de un privilegio pretérito. Su estancia en la residencia retrata a la perfección su catadura moral, sus principios y su honestidad para con la ciudadanía. Pero ha rizado el rizo, pues como bien se encarga de 'cebarse' La Razón, se ha saltado, incluso, el trámite del concurso por el que se accede a las instalaciones, pues con esa situación y precio no hay plazas suficientes para satisfacer todas las demandas de nuestros 'honestos' funcionarios de Sanidad.
Quizás habría que recuperar el uso para el que realmente se concibieron las instalaciones de la isla: para cuarentenas de infecciosos. A fin de cuentas, Pajín es una más de las que padecen la enfermedad de la Democracia Irreal que vivimos, esa en la que no todos somos iguales, esa que ya es una auténtica pandemia.
Y no queremos que nos infecte.
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