Évole, el periodismo y la puta calle

Tuve la ocasión de conocer personalmente a Évole hace un año, durante la celebración del FiSahara, y la sorpresa fue mayúscula. Ya entonces me demostró la pasta de que esta hecho, su calidad humana. Y anoche lo volvió a demostrar. Durante su discurso -y acompañado de su suegra- lanzó perlas al más puro estilo Évole: "voy a leer, como Rajoy. Reivindico la necesidad de seguir haciendo periodismo en televisión sin tener que estar en ninguna trinchera, más que que nada porque en las trincheras hay que agacharse y a mi no me gusta". Por cierto, al respecto no se pierdan el impagable post de David Jiménez, bajo el título Putas y Periodistas.



El periodismo de calidad se hace más necesario que nunca. Y es labor nuestra, de los profesionales, no dejar a la ciudadanía en la estacada, pues de ella es de quien emana nuestra razón de ser. Sin embargo, salvaguardar el periodismo de calidad también es labor de los políticos. Y eso nos lleva de nuevo a Évole que, al hacer mención sobre la posibilidad de que no hubiera catering por los recortes, apuntó "no hay que tener miedo porque no ha venido Artur Mas... ah, pero ha venido Duran i Lleida", que miraba con cara de poker.

Añadió entonces el grueso de su reivindicación: "me acabo de cerrar las puertas de TV3, pero tal y como la van a dejar... No creo que la dejen peor que la TV de L'Hospitalet". Y es que, ésta última ha cerrado sus puertas, dejando a oscuras informativas a la segunda mayor población de Barcelona y a una treintena de trabajadores en la puta calle.

Y tacho el calificativo porque, en realidad, la calle ya no es tan puta. Está mejor que antes, se ha depurado. No es tan grato el motivo por el que lo ha hecho, pero ahora uno puede pasear por las calles y encuentra a quienes de verás salvarán al país de la crisis: a los trabajadores; a la gente de bien; a los ciudadanos de a pie que no han cobrado grandes bonus, ni siquiera horas extras; al emprendedor y al autónomo a la merced de los impagos de la Administración derrochadora; a los que creían que no tenían nada hasta que los políticos y los banqueros le demostraron que aún podía tener menos; a los profesores que miran al futuro y, por el bien de nuestros pequeños, sacrifican su ya de por sí raquítico sueldo... Y todos ellos, indignados, protestanto.

La calle, decía, se ha depurado y no es tan puta, porque tras la campaña electoral se han escondido los políticos, se han esfumado los banqueros y los empresarios se han cobijado al abrigo de la derecha elitista que se avecina... Por eso mismo, no dejen las calles, sigan, protesten, reivindiquen sus derechos y ni siquiera sueñen por un momento en abandonarlas. Sencillamente, que no es poco, ambicionen depurar también el lugar donde ahora se encuentran los que antes fueron expulsados de la puta calle.
RE-VO-LU-CIÓN.