La Derecha sirve su venganza fría
Resulta increíble cómo la derechona más recalcitrante afila sus cuchillos y se sale -no es sacada- de sus casillas con el juicio a Garzón y todo lo que se ha generado a su alrededor. Pilar Bardem, por ejemplo, fue ayer -y hoy seguía a primera hora- trending topic en Twitter, insultada y vapuleada por, en general, un buen puñado de desinformados que no recuerdan cómo la actriz, también con el PSOE, siempre se ha echado a la calle a protestar cuando ha habido algo que atentara contra sus principios.
Pero no es sólo Twitter el escenario de tales ataques, los vemos también en las columnas de opinión de periodistas como Federico Quevedo o Melchor Miralles y en editoriales como el de La Razón. El tono de la portada de ABC, llamando a Garzón "juez estrella", no es más que un aperitivo de su posterior editorial.
Lo que sorprende de estos ataques no sólo a Garzón, sino también a intelectuales, artistas y políticos que lo defienden es que se escudan en la Justicia para hacerlo. Curiosa manera de aplicar su particular concepto de la Justicia, asumiendo la culpabilidad de antemano y convirtiendo al juicio en un mero espectáculo que firme sentencia. La pregunta, para ellos, no es si Garzón es culpable o no, a pesar de que se desvelen detalles en el proceso como que las escuchas telefónicas no eran tanto para los acusados de la Gürtel como para los propios abogados, sospechosos de ser cómplices activos de la trama. La pregunta, decía, es si conseguirá esta derechona recalcitrante acabar con la carrera del magistrado que más ha atacado sus propios intereses.
En realidad, quienes acusan a Garzón, quienes se tiran al cuello de los que apoyan al magistrado, no están defendiendo la Justicia, sino sus propios intereses -pasados, presentes y futuros-, incluso, su ideología, esa que impide revisar la Historia para que quienes cometieron atrocidades en el pasado, quienes pisotearon la libertad de los españoles en la dictadura franquista, no se vayan al otro barrio sin ser juzgados y con sonidos de gaita, en lugar del clamor popular porque de veras se ha hecho Justicia.
Pero no es sólo Twitter el escenario de tales ataques, los vemos también en las columnas de opinión de periodistas como Federico Quevedo o Melchor Miralles y en editoriales como el de La Razón. El tono de la portada de ABC, llamando a Garzón "juez estrella", no es más que un aperitivo de su posterior editorial.
Lo que sorprende de estos ataques no sólo a Garzón, sino también a intelectuales, artistas y políticos que lo defienden es que se escudan en la Justicia para hacerlo. Curiosa manera de aplicar su particular concepto de la Justicia, asumiendo la culpabilidad de antemano y convirtiendo al juicio en un mero espectáculo que firme sentencia. La pregunta, para ellos, no es si Garzón es culpable o no, a pesar de que se desvelen detalles en el proceso como que las escuchas telefónicas no eran tanto para los acusados de la Gürtel como para los propios abogados, sospechosos de ser cómplices activos de la trama. La pregunta, decía, es si conseguirá esta derechona recalcitrante acabar con la carrera del magistrado que más ha atacado sus propios intereses.
En realidad, quienes acusan a Garzón, quienes se tiran al cuello de los que apoyan al magistrado, no están defendiendo la Justicia, sino sus propios intereses -pasados, presentes y futuros-, incluso, su ideología, esa que impide revisar la Historia para que quienes cometieron atrocidades en el pasado, quienes pisotearon la libertad de los españoles en la dictadura franquista, no se vayan al otro barrio sin ser juzgados y con sonidos de gaita, en lugar del clamor popular porque de veras se ha hecho Justicia.
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