Queridos Reyes Magos

No os lo toméis a mal, pero otro año que no habéis dado una con vuestros regalos. Encabezando la carta que os envié se encontraba un presidente a la altura de su pueblo. Tampoco pedía demasiado, sólo lo que parecía justo: un estadista capaz de asumir sus compromisos adquiridos, no mentirnos y ser cercano al pueblo soberano que lo eligió. En su lugar, me habéis traído un fantoche que en menos de un mes ha pisoteado lo poco que se conocía de su programa electoral, se esconde de la ciudadanía y, lo que es aún peor, reincide en sus errores: como hiciera antes de su investidura, serán sus colegas europeos quienes se enteren de primera mano de cómo se nos gobierna, antes que nosotros mismos. Qué despropósito.

Y hablando de sus colegas europeos, miro a Reino Unido, cuyas recetas de austeridad tanto gustaban a Rajoy, y veo que vamos por el mismo camino: aumento de la pobreza y de la desigualdad social. ¿Dónde está la justicia social que os pedí en mi carta? Creo que se os ha olvidado otro año más, como también os habéis dejado la inteligencia y honestidad necesaria para que los líderes afronten la crisis con eficacia en lugar de seguir engordando a quienes la provocaron.


Y no sólo me refiero a los bancos, también a los empresarios que, al fin y al cabo, son quienes más contribuyen al fraude fiscal de 30.000 millones de euros anuales. En lugar de luchar contra el fraude fiscal que bien podría ayudar a reducir el déficit de arrastramos por, entre otras cosas, el despilfarro de algunas Comunidades Autónomas, el nuevo Gobierno del PP se relaja y hace la vista gorda. De otro modo no se explica que en lugar de reforzar la lucha contra el fraude y marcarse un objetivo de recaudación mayor, lo reduzca.

Mi lista de reclamaciones es interminable. Es cierto que os había pedido muchas cosas, pero se justificaba porque arrastrabáis muchas equivocaciones de años pasados. ¿Dónde está la reforma electoral? ¿Para cuándo el fin de la monarquía? ¿Cuándo llegará el fin de los privilegios políticos? ¿Cuándo asumirá el Estado las funciones sociales de las que presume la Iglesia para que de una vez por todas ésta se autofinancie y no sea un Estado aconfesional quien le pague 10.000 millones de euros al año? ¿Cuándo se acabará la corrupción y se abordará judicialmente como es debido?

Resumiendo, queridas majestades, que otro año que me habéis decepcionado. Y encima me traéis más carbón del caro y poco eficiente, extraído a cielo abierto, para que machaque aún más los paraísos naturales que nos quedan.

Vamos, que el año que viene me paso a Papa Noel.