Revuelta en el gallinero de Rajoy
El 27 de noviembre de 2010, Rodríguez Zapatero se reunía en Moncloa con los máximos responsables de 37 grandes empresas españolas (Ibex 35, por supuesto). Rajoy, entonces, arremetió contra el Gobierno por montar esa reunión y no contar con pymes y autónomos. Reunión, por cierto, en la que estuvo también el renovador Rubalcaba.
Hoy, el ministro, José Manuel García-Margallo, celebra un almuerzo con los presidentes de 25 de las mayores compañías españolas. De pymes y autónomos se sabe más bien poco, con ninguna medida aprobada hasta la fecha. ¿Qué está haciendo Rajoy? ¿Se le está revolviendo el gallinero? En cierto modo sí y, fiel a su estilo de avestruz -esconder la cabeza pensando que así los problemas se arreglan solos- no se sabe nada de él.
Lo vimos en su día con hasta tres cifras diferentes de déficit publicadas por tres de sus ministros. Rajoy, que asume la vicepresidencia económica, no apareció. Lo vimos, una vez más, con los diferentes discursos del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro, que no se ponen de acuerdo en el cumplimiento del techo de déficit. Ni rastro de Rajoy. Y lo vemos ahora con el almuerzo de García-Margallo, que no sólo parece contradecir el discurso de campaña del PP y su "alfombra roja para el autónomo", sino que introduce más tensión en el Gobierno:
¿Por qué se reúne el ministro de Asuntos Exteriores con estas empresas y no el de Economía y Competitividad? Al menos, ¿no deberían estar presentes los dos ministros? Parece ser que no y, en esta polémica, Rajoy ni ha venido ni se le espera. Se acaban de cumplir los 30 días de Gobierno y éste no sólo ha incumplido flagrantemente su programa electoral sino que su política comienza a dar bandazos, con cierto aire de improvisación y, desde luego, de descoordinación.
¿Aguantará el PP el envite de la Unión Europea (UE) que cada vez presiona más para que los Presupuestos Generales del Estado se presenten antes de las elecciones andaluzas? Griñán ya se encargó de retrasar los comicios todo lo que pudo para ver si así, con los recortes sociales que se esperan en esos presupuestos, puede salvar algún barco de la debacle andaluza. Ahora, involuntariamente, la UE parece que le echa un cable.
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