Maquillaje transparente

Se trata de una maniobra cosmética y populista por parte del Gobierno, que se ha querido apuntar el tanto que al PSOE se le escapó, un intento de recuperar la confianza de la ciudadanía en las instituciones públicas pero que tras la lectura de los 24 folios del anteproyecto hace que uno tenga la sensación de que le han tomado por tonto. El documento es tan pobre en su contenido como ambiguo en su redacción, lo que deja demasiadas puertas abiertas para su ineficacia.

Ya no es sólo que excluya a la Casa Real del derecho a la información que tiene la ciudadanía, sino que bajo la salida del "silencio administrativo" por diversas causas, entre ellas "perjuicios a la política económica y monteraria" prepara el terreno para que todo siga igual. Quién y cómo concreta qué supone perjucio -al interés general o únicamente al particular- es un misterio. Ni siquiera habrá un órgano independiente que vele por lo que se ha tenido a bien llamar 'buen gobierno': será el propio Ejecutivo quien lo haga, lo que vista la historia reciente no es garantía de absolutamente nada.

Una pena que lo que presentado como "el mejor antídoto para la corrupción" pueda terminar en convertirse en su mejor coartada.