El 15M no resucita, nunca murió
Mañana se celebra el aniversario del 15M (aunque realmente sea el
martes que viene), un movimiento ciudadano espontáneo que no sólo
convulsionó a España, sino al mundo entero, dando lugar a otros
similares como Occupy London. La celebración del primer año de esta
indignación colectiva cumplirá varios cometidos. En primer lugar,
insuflar nuevas fuerzas a la revolución social –que no resucitar, porque
nunca murió-, pues en los últimos tiempos ha sufrido como ninguna otra
el asedio institucional del Gobierno -con el ministro Fernández Díaz a
la cabeza-, y la represión –en ocasiones brutal- por parte de la
Policía.
En segundo lugar, la manifestación global que tendrá lugar este sábado servirá para poner de manifiesto que ni los recortes salvajes, ni los “forzamientos del ordenamiento jurídico” por parte de Interior, ni la explotación laboral legalizada, ni la destrucción de la Educación pública gratuita y de calidad han sido ni serán suficientes para acabar con el 15M. Más bien al contrario, le da alas para que el movimiento antisistema se contagie, se extienda todo el país, por todo el continente, sembrando el miedo entre quienes sostienen un sistema que se desmorona por los cuatro costados y cuyas reuniones se blindan ahora con cordones sanitarios de tufo militar.
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En segundo lugar, la manifestación global que tendrá lugar este sábado servirá para poner de manifiesto que ni los recortes salvajes, ni los “forzamientos del ordenamiento jurídico” por parte de Interior, ni la explotación laboral legalizada, ni la destrucción de la Educación pública gratuita y de calidad han sido ni serán suficientes para acabar con el 15M. Más bien al contrario, le da alas para que el movimiento antisistema se contagie, se extienda todo el país, por todo el continente, sembrando el miedo entre quienes sostienen un sistema que se desmorona por los cuatro costados y cuyas reuniones se blindan ahora con cordones sanitarios de tufo militar.
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